Giuliana Corbo
CEO de Nearsure
Durante siglos, los barcos que cruzaban el Atlántico transportaban oro, plata y café hacia Europa y regresaban con manufacturas. Hoy, los cables de fibra óptica bajo ese mismo océano llevan un activo esencial para el siglo XXI: código, innovación y talento digital. Un reposicionamiento estratégico, discreto y continuo está en marcha, con empresas tecnológicas europeas a la cabeza. América Latina dejó de ser vista como una región en desarrollo y pasó a ocupar un papel central en la próxima etapa de la expansión tecnológica global.
El interés europeo por la región va más allá de la búsqueda de eficiencia en costos. Se trata de una combinación de timing, necesidad y oportunidad. En el mundo post pandemia, la digitalización se consolidó como camino inevitable y Europa, frente a la escasez de talentos y la presión salarial de Silicon Valley, buscaba un socio ágil y alineado. América Latina, impulsada por unicornios como Mercado Libre, Globant, Aleph y Nubank, demostró contar con los recursos adecuados: ingenieros, desarrolladores y científicos de datos formados en un entorno de crecimiento acelerado, con foco en resiliencia y capacidad para resolver problemas complejos.
Este movimiento forma parte de una estrategia basada en datos. Según Boston Consulting Group (BCG), países como Brasil, México y Argentina están entre los destinos más prometedores para inversiones en tecnología, gracias a la calificación de la mano de obra, la compatibilidad de husos horarios con Europa y los costos operativos más competitivos. El LatAm Tech Report de Latitud refuerza esta tendencia, señalando que el 69% de los inversores se muestra optimista con el ecosistema latinoamericano en 2025, especialmente en los segmentos de fintech, inteligencia artificial y software como servicio.
En este contexto, Chile consolidó también su posición como receptor de inversión extranjera. En 2024, el país captó 15.319 millones de dólares en flujos de IED acumulados durante el año. En lo que va de 2025, entre enero y junio, el país recibió 6.822 millones de dólares en inversión extranjera directa.
La relación entre Europa y América Latina dejó de estar marcada por la dependencia y asumió los contornos de una asociación estratégica. Europa aporta capital, escala y acceso a mercados globales; América Latina cuenta con un huso horario ideal, universidades de gran nivel y talentos con mucha experiencia. El vínculo digital entre los dos continentes ya está consolidado y, esta vez, es la innovación la que circula en ambos sentidos. Este intercambio dinámico está redibujando el mapa tecnológico mundial, con América Latina ocupando un papel cada vez más central en la arquitectura de la nueva economía digital.