Alejandro Mihovilovich G
Investigador Histórico
La historia de Clemente Korda Sobisz es un ejemplo del compromiso misionero y educativo de los salesianos en Chile. Su vida, marcada por la entrega, la fe y la constancia, refleja cómo la vocación religiosa puede convertirse en un puente entre culturas y en un motor para el desarrollo social y educativo.
Nacido el 26 de diciembre de 1884 en Gdańsk, ciudad de la entonces Prusia y actual Polonia, Clemente Korda creció en un contexto de profundos cambios políticos y culturales. Desde joven se sintió atraído por el espíritu de servicio que promovía la congregación salesiana, influenciado por el ejemplo del príncipe Augusto Czartoryski, figura clave en la difusión de la espiritualidad de Don Bosco en Polonia. Esta decisión lo llevó a dejar su tierra natal y trasladarse a Italia, donde completó sus estudios religiosos. Fue ordenado sacerdote el 2 de octubre de 1911, en el Santuario de María Auxiliadora, sellando así un compromiso que se proyectaría más allá de Europa.
Su destino lo condujo a Chile, país que a inicios del siglo XX recibía con gratitud la labor educativa de los salesianos. La llegada a tierras chilenas no fue sencilla: los largos viajes por barco y las penurias de los cruces cordilleranos eran parte de las exigencias que enfrentaban los misioneros de la época. Sin embargo, estas dificultades no frenaron el entusiasmo de Clemente Korda, quien pronto se estableció en Concepción, ciudad que marcaría de manera indeleble su existencia.
En la capital del Biobío, el sacerdote polaco dedicó gran parte de su vida al Colegio Salesiano de Concepción, donde se desempeñó como profesor de música y, en dos períodos, como director, sumando en total doce años de gestión. Su vocación pedagógica lo llevó a ver en la educación un camino para formar ciudadanos responsables, comprometidos con la sociedad y con sólidos valores humanos y cristianos. Más allá de sus cargos administrativos, Korda fue recordado como un educador cercano, capaz de transmitir no sólo conocimientos académicos, sino también entusiasmo, disciplina y sensibilidad cultural.
Su labor no se limitó a Concepción: también ejerció responsabilidades en Linares, Catemu y en el noviciado de Jahuel, lugares donde dejó huellas de organización, espíritu comunitario y compromiso pastoral. En cada una de estas etapas, su sello personal fue el mismo: una entrega total a la misión salesiana, que unía la dimensión espiritual con el servicio educativo.
La vida de Clemente Korda Sobisz fue longeva. Falleció en Concepción el 8 de septiembre de 1978, a los 94 años. Su trayectoria no solo se mide en décadas de servicio, sino en el impacto que generó en generaciones de jóvenes formados bajo su guía. Su recuerdo persiste en la memoria de la comunidad salesiana y en la historia educativa de la ciudad, como símbolo de entrega misionera y de amor por la juventud. Hoy una calle, en el sector aledaño al Colegio Salesiano Don Bosco, hace honor con su nombre y exalta la memoria de este insigne salesiano.
En definitiva, Clemente Korda encarna el espíritu universal de la misión salesiana: un sacerdote nacido en Europa, que supo dejar atrás su patria para echar raíces en Chile, contribuyendo con su talento y dedicación a la formación de nuevas generaciones. Su vida muestra cómo la fe, unida al compromiso educativo, puede trascender fronteras y dejar un legado duradero en la construcción de la sociedad.