
El reciente escándalo de las licencias médicas ha dejado al descubierto una profunda crisis ética en el servicio público, más de 25.000 funcionarios viajaron al extranjero mientras estaban con licencia médica entre 2023 y 2024.
Este hecho ha generado indignación y ha puesto en tela de juicio la moralidad de quienes deben ser ejemplo de probidad.
La facilidad con la que se obtienen licencias médicas fraudulentas es alarmante, un estudio de la Universidad Andrés Bello indica que un 57% de los encuestados considera que es fácil obtener una licencia médica a través de un médico conocido, y un 62% cree que existen empresas dedicadas a la venta de licencias falsas, estas cifras reflejan una normalización del fraude que erosiona la confianza en nuestras instituciones.
El impacto económico de estas prácticas es significativo, se estima que el abuso de licencias médicas ha generado un gasto superior a 440 mil millones de pesos para el sistema de salud público y privado, este derroche de recursos afecta directamente a quienes realmente necesitan este beneficio y pone en riesgo la sostenibilidad del sistema.
Es evidente que estamos frente a un problema estructural que requiere una respuesta integral, no basta con sancionar a los culpables; es necesario fomentar una cultura de ética y responsabilidad en el servicio público, la confianza en nuestras instituciones depende de la integridad de quienes las conforman, la ciudadanía exige transparencia y compromiso con el bien común, es hora de que los funcionarios públicos actúen con la moralidad y ética que su posición demanda, solo así podremos reconstruir la confianza y fortalecer nuestra democracia.
¿Hasta cuándo seguiremos tolerando que la enfermedad se convierta en excusa para el fraude? cada licencia médica obtenida de forma indebida no solo es un abuso del sistema, sino un acto de corrupción cotidiana que mina la fe pública, mientras miles de trabajadores honestos luchan por acceder a derechos básicos, otros se aprovechan con total impunidad, burlándose del estado y de la ciudadanía.
Si no somos capaces de sancionar con firmeza y restaurar el valor de la ética en el servicio público, entonces habremos aceptado, una vez más, que en Chile el vivo siempre gana.
Leonardo Caroca Fres
Ayudante del Centro de Estudios Europeos (CEE) UdeC