
Raúl Perry
Fundación San Carlos de Maipo
La serie de Netflix “Adolescencia”, se ha transformado en un fenómeno a nivel global. En este drama, un niño de 13 años es acusado de asesinar a puñaladas a una compañera. La serie explora varios tópicos, siendo uno de los más destacados el rol de las redes sociales para conducir a los adolescentes hacia la violencia. Un editorial -en un diario de circulación nacional- reconoce que “el éxito de la serie radica en el planteamiento de temas de los que se debate incesantemente en la sociedad actual, pero que no se abordan con medidas concretas, pues los mayores no parecen contar con las herramientas necesarias”, y propone que la serie sea vista en los colegios y en las casas para ser materia de discusión.
Sin lugar a duda, el abordar éste y otros temas con nuestros adolescentes es crucial. Ahora bien: ¿los adultos, contamos con las herramientas necesarias para tener buenas conversaciones con nuestros adolescentes?
Los invito, a quienes tienen o han tenido preadolescentes o adolescentes a cargo, a recordar alguna conversación que hayan sostenido en el último tiempo. Muchos de nosotros, en algún momento, nos hemos topado con el muro de los monosílabos o del silencio, y por nuestra parte con un monólogo. Esto nos ha pasado a todos y todas y, podemos decir, lamentablemente, que este camino de comunicación parece no ser el apropiado. Nadie nace sabiendo, pero los padres, madres y cuidadores podemos aprender estas habilidades, ahí radica nuestra responsabilidad.
El aporte que el país puede realizar por todas las familias es poner a disposición de la comunidad los mejores programas, los que tengan mayor evidencia, para entrenar a padres, madres y cuidadores en las habilidades comunicacionales para que nuestro mensaje de cariño y preocupación supere las barreras de los juicios y las brechas generacionales.
Al final, no basta solo con la intención de comunicarnos, también el “cómo” es relevante. De lo contrario, por mucho que veamos nuestro objetivo al otro lado del río, si no tenemos el puente, jamás podremos alcanzarlo.