FRANCISCO DARMENDRAIL
Magíster en Historia Económica y Empresarial UAI
Uno de los acontecimientos más memorables de nuestra historia se materializó un 21 de mayo de 1879, con los Combates Navales de Iquique y Punta Gruesa. Un hecho que, hasta el presente, es sinónimo de patriotismo, compromiso con la causa, empero por, sobre todo, un ejemplo de lucha contra la adversidad, cualquiera que sea el adversario a vencer.
Respecto a los sucesos de Iquique, la tripulación de la Esmeralda estaba compuesta por 280 miembros, muchos de ellos jóvenes. De hecho, el más joven era José Emilio Amigo con sólo 10 años de edad. A pesar de la juventud de la tripulación, mostraron un valor y ejemplo de patriotismo en el combate. Tras el almuerzo, la tripulación de la Esmeralda se reunió, esperando la arenga del comandante Prat. Una arenga que pasaría a la historia y que cada chile no(a) lleva en su corazón:
“Muchachos: La contienda es desigual, pero, ánimo y valor. Nunca se ha arriado nuestra bandera ante el enemigo y espero que no sea ésta la ocasión de hacerlo. Por mi parte, os aseguro, que mientras yo viva, esa bandera flameará en su lugar y si yo muero, mis oficiales sabrán cumplir con su deber”. ¡Viva Chile!
Posteriormente Arturo Prat planea un abordaje al monitor, con el fin de apresar al comandante Grau, saltando a la cubierta del Huáscar. Encontró la muerte en la cubierta, acto que lo llevaría a la inmortalidad y marcaría un punto de inflexión en la guerra. La tripulación de la Esmeralda siguió su ejemplo, sin rendirse siguió dando lucha frente al Huáscar. La Esmeralda se hundió en la rada de Iquique a las 12:10 de aquel 21 de mayo. En paralelo en Punta Gruesa, la Covadonga al mando de Carlos Condell, logró hacer rendir al blindado Independencia, encallando el buque peruano.
La opinión pública, al conocer los sucesos de Iquique y Punta Gruesa, en un principio toma los hechos como una derrota. No obstante, y gracias al gesto de Prat, cientos de chilenos se enlistan en los cuarteles, dispuestos a seguir su ejemplo.
El acto los héroes de aquella fecha no debe quedar en el olvido colectivo, dieron su vida para construir el Chile que hoy vivimos. En los colegios, universidades, instituciones se debe dar cuenta de lo que realizaron, cuyo gesto es transversal y reconocido por toda la sociedad nacional. Un hombre sólo muere cuando se le olvida.