Opinión

Construcción sostenible

Por: Equipo Digital 18 de Marzo 2023
Fotografía: Frane Zilic

FRANE ZILIC
Director Polomadera e integrante Centro Estudios Europeos UdeC

El sector construcción consume más materias primas que todos los sectores industriales combinados, produce el 35% de los desechos y el 39% de todas la emisiones de CO2. Para atacar este problema, entre otros, el año pasado se elaboró en Chile la Estrategia Climática de Largo Plazo (ECLP). Este plan nos pone en sintonía con los requerimientos internacionales, exigiendo que, para el año 2050, la construcción sea carbono neutral. La meta es ambiciosa por sí sola, pero además tenemos que aumentar considerablemente la producción de viviendas para resolver un déficit de 650.000 unidades. Tendremos que construir más, más rápido, mejor y contaminando menos.

La madera se presenta, por distintos motivos como el material ideal para resolver el conjunto de desafíos de la construcción: Es un material local que captura carbono, liviano, resistente, versátil y fácil de industrializar. Las termitas, los hongos, el fuego, el sobre-calentamiento y la acústica son aspectos que se han resuelto en Europa, donde la madera se ha posicionado tras 60 años de desarrollo como el máximo estándar de calidad, eficiencia y sostenibilidad, con edificios de hasta 24 pisos.

Con los cambios normativos adecuados, que abarquen todo el ciclo de vida del material y su contexto, la madera puede transformarse en el insumo perfecto para el desarrollo de la construcción industrializada sostenible en Chile, pero no va a ser fácil. Construir mejor es más caro, y en una situación de déficit habitacional estructural, ningún gobierno se ha atrevido a sacrificar cantidad por calidad, como si fuera algo accesorio. Por ejemplo, nuestra reglamentación térmica (RT2) no ha tenido cambios fundamentales en los últimos 16 años y la RT3, redactada desde el 2014, todavía no es aprobada. Esta situación de parálisis es grave, ya que la reglamentación actual no es suficiente para garantizar la seguridad, la durabilidad ni la salubridad y estamos sacrificando el bienestar futuro de la población para resolver la urgencia presente.

La ECLP nos exige que en 7 años tengamos implementada la RT4 y estamos en la versión 2. En teoría aún alcanzamos, pero hay que apurarse y sobretodo no equivocarse. En Europa ya pasaron por este proceso y podemos aprender de ellos. Por un lado nos permite avanzar más rápido, pero por otro lado hace que sea social, ambiental y económicamente inaceptable que implementemos soluciones que les han fallado. Tendremos que proceder rápido pero con cuidado.

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