Opinión

Mujer y desigualdad

Por: Diario Concepción 23 de Septiembre 2022
Fotografía: Romanette Aguilera

Romanette Aguilera G.
Directora de Compromiso Social
Universitario UCSC

Conforme a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Chile es uno de sus países miembros con mayor desigualdad. Así, los ingresos del 20% de la población más rica son diez veces mayores que los del quintil más pobre. Adicionalmente, el lugar donde nacemos condiciona nuestras reales posibilidades de desarrollo personal.

Un claro ejemplo de esto lo encontramos en la Región del Biobío, donde Concepción se encuentra dentro de las comunas con mejores índices de desarrollo a nivel nacional (Índice de Desarrollo Regional 2020, ICHEM), mientras que la comuna de Alto Biobío se ubica entre las más bajas. Si a esta misma muestra le incorporamos, además, la perspectiva de género desde la interseccionalidad nos encontramos ante brechas aún mayores.

Muestra de ello es que las mujeres que declaran pertenecer a pueblos originarios participan un 21,3% (pp.) menos en el mercado laboral que los hombres de este grupo, y que la ocupación informal es 5,0% (pp.) mayor en las mujeres que pertenecen a pueblos originarios que en aquellas que no (INE, 2022). Así, las desigualdades de género varían mucho entre grupos socioeconómicos, generaciones más jóvenes y mayores, zonas urbanas y rurales, poblaciones indígenas y no indígenas. Todas estas variables convergen y configuran las experiencias de vida de dichas mujeres.

En el ámbito educacional y laboral, si bien existe una porción levemente superior de mujeres jóvenes que son  egresadas universitarias en comparación con los hombres, y hay mayor participación laboral, la desigual distribución de las tareas de cuidados y trabajo doméstico no remunerado ha contribuido a incrementar la brecha de género, especialmente con posterioridad a la pandemia del Covid19.

De esta manera, resulta esencial la generación de políticas públicas que vengan a entender y abordar eficazmente el contexto actual, con una perspectiva del impacto de estas brechas en las mujeres desde la interseccionalidad, la interculturalidad y  la intergeneracionalidad. Pero acotar la solución a las desigualdades de género a la sola generación de políticas públicas es insuficiente. Disminuir el tiempo en que las mujeres alcancemos la igualdad, 289 años según
el último calculo estimado realizado por ONU Mujeres, requiere el generar cambios culturales.

Avanzar en una equitativa distribución de la corresponsabilidad en el cuidado y trabajo doméstico, terminar con los estereotipos en torno a roles de género, apoyar los emprendimientos liderados por mujeres, denunciar los casos de violencia doméstica, son algunas acciones cotidianas que podemos realizar para facilitar este proceso. La invitación es a comenzar el cambio desde cada una de nosotras y nosotros.

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