Son muchas las cosas que no me gustan de la nueva Constitución, pero aún así la apruebo.
Jorge Aillapán
Abogado Colectiva -Justicia en Derechos Humanos
Son muchas las cosas que no me gustan de la nueva Constitución, pero incluso así voy a aprobar.
Si fuese un dictador, obviamente escribiría una Constitución a mi entero gusto. Bajo un Estado totalitario, redactaría normas que beneficiarían únicamente a mí y a mi círculo familiar. Pero yo no soy ni dictador, ni Chile es un Estado totalitario. Enhorabuena.
La divulgación de mentiras, fake news y normalización de una posverdad, sobre la nueva Constitución, obligan a refrescar la memoria en torno a que, de principio a fin, se trata éste del proceso político más democrático, participativo e inclusivo vivido en Chile. Que el “estallido social” del 18-O haya desembocado en un amplio “Acuerdo por la paz”, y éste en la redacción de una nueva Constitución -con un órgano de conformación paritaria, con mayoría de independientes, con escaños reservados indígenas-, demuestra que el corolario es democracia pura.
Y la democracia debe valorarse, respetarse, cuidarse y defenderse. Que esas pequeñas élites -derrotadas en la elección de convencionales constituyentes- renieguen del nuevo estadio de la sociedad chilena solo demuestra que son capaces de retorcer los avances democráticos, desconocer la legitimidad de los procesos y reivindicar los injustificados privilegios de un rancio abolengo, apoyados en clásicos discursos totalitarios y dictatoriales.
Son muchas las cosas que no me gustan de la nueva Constitución, pero aun así la apruebo. Un Chile que asume sus diferencias, en aras de un proyecto común, con amarillos, rojos y negros conviviendo y discutiendo de cara al país. Con respeto, sin violencia y sin mentiras sobre el escenario constitucional que se avecina. De eso se trata vivir en democracia, ¿o no?.