Contrario a muchas atribuciones unilaterales y apresuradas de autoría singular, el borrador de Nueva Constitución –que ya cuenta con una tercera versión tras el trabajo de armonización- es un texto confeccionado por una multitud.
Nicolás Díaz Carrillo
Abogado Colectiva – Justicia en Derechos Humanos.
¿Quién lo escribió? ¿Quién es el constituyente? La respuesta es más compleja que “154 convencionales”. Contrario a muchas atribuciones unilaterales y apresuradas de autoría singular, el borrador de Nueva Constitución –que ya cuenta con una tercera versión tras el trabajo de armonización- es un texto confeccionado por una multitud.
De aprobarse, se tratará de una historia fidedigna con forma de red y espiral. Una compleja trama de fuentes y sujetos derivada de las interacciones políticas de un órgano altamente plural en términos sociales y culturales. Y recordemos, cuantitativamente equilibrado en términos de género. Miles de extenuantes conversaciones, deliberaciones y negociaciones en un año calendario. Sesiones telemáticas, híbridas y presenciales en que participaron decenas de convencionales y asesores. Cientos de documentos de trabajo en línea y un número no menor de intervenciones de la sociedad civil a través de las audiencias públicas de cada comisión.
Más de 1300 iniciativas de norma constitucional patrocinadas por grupos de entre 8 y 16 convencionales. 2.496 iniciativas de norma elaboradas por la ciudadanía, en cuyo patrocinio participaron más de 980 mil personas. 78 de estas iniciativas populares formaron parte del debate de las comisiones temáticas tras alcanzar 15 mil firmas cada una. Los cabildos realizados después de octubre de 2019 (327 registrados íntegramente en la plataforma de la Convención) fueron un insumo importante para orientar el debate. Se sumó a éstos la sistematización de cabildos impulsados antes del proceso, entre ellas, la de los encuentros locales auto convocados durante el segundo gobierno de M. Bachelet (donde participaron más de 200 mil personas). 7549 personas pertenecientes a pueblos indígenas participaron de un proceso ad-hoc de consulta impulsado por la Convención. Y un rol no menor, para sintonizar a las y los convencionales con el pulso de la ciudadanía, cumplieron las decenas de sesiones y encuentros territoriales efectuados en diversas comunas y regiones del país.
La pluma constituyente usó más que el trazo rígido del hombre metropolitano. Es más, no fue ni pluma ni lapicera de lujo. No hubo un solo color ni tono en la tinta. Si quedó algo en el tintero, no fue decisión de una sola mano. Una caligrafía diversa discurre en las normas propuestas, formulando una particular invitación al lector: encontrar en algún rincón sus propias palabras e identificarse como autor.