Es necesario que trabajemos aún más en educación financiera, que permita a mujeres y hombres comprender la importancia de mantener hábitos de ahorro, dentro del alcance de sus posibilidades, para enfrentar imprevistos o inversiones futuras.
Siria Jeldes
El ahorro es una variable económica fundamental que se relaciona directamente con el progreso y el bienestar de la población. Si bien en las últimas décadas Chile destacaba en la región por los niveles de ahorro nacional -es decir, el ahorro de los hogares sumado al del gobierno y las empresas- este indicador ha venido cayendo trimestre a trimestre de manera sostenida.
En efecto, según datos del Banco Central, entre 1988 y 2012 la tasa de ahorro nacional promedió un 23% del PIB. No obstante, al tercer trimestre de 2021, este indicador se ubicó en solo 18,1% del PIB. Este dato nos debe poner en alerta como sociedad y desafiarnos a recuperar los niveles de ahorro nacional en los próximos años.
¿Cómo lo hacemos? Una columna publicada por el economista Enrique Marshall hace unos meses señaló que la oferta de servicios de ahorro masivo de personas y hogares no es amplia ni atractiva, los proveedores comprometidos son reducidos y se advierte poca competencia. Este es un llamado de atención a que las instituciones financieras avancemos en la creación de productos atractivos que incentiven a que las personas aumenten sus niveles de ahorro, especialmente entre los más jóvenes.
Asimismo, es necesario que trabajemos aún más en educación financiera, que permita a mujeres y hombres comprender la importancia de mantener hábitos de ahorro, dentro del alcance de sus posibilidades, para enfrentar imprevistos o inversiones futuras.