Una política exterior debe ser dúctil y capaz de adaptarse a un mundo que cambia a pasos agigantados. En consecuencia, no hay que pensar en base a escenarios pasados, sino que debemos actuar en una autonomía adaptable que tenga en mente la realidad imperante, y vea a nuestras ventajas comparativas y intereses como activos a desarrollar.
Javier Sepúlveda Estrada
Estudiante de Quinto año, Derecho UdeC
Ayudante del Programa de Estudios Europeos
La designación de Antonia Urrejola como próxima canciller es una excelente noticia para las relaciones exteriores chilenas. Tras cuatro años de no contar con un lineamiento exterior claro, volvemos a la senda que siempre ha caracterizado al país en la orquesta mundial: respeto del Derecho Internacional y compromiso con la democracia, los DD.HH. y el multilateralismo.
Pese a ello, los próximos años de Cancillería serán desafiantes; no solo por la necesidad de recomponer los espacios que Chile ha perdido, sino también por un mundo contemporáneo cada vez más caótico y multipolar. La rivalidad entre Estados Unidos y China, el cambio climático, la pandemia y la volatilidad económica son algunos ejemplos de este globo en cambio.
Entonces, ¿qué puede hacer Chile ante un escenario complejo? Un primer arrimo lo realizan aquellos que sostienen que el país debe adoptar el No Alineamiento Activo, en inspiración de los Principios de Bandung del Movimiento de los Países No Alineados. Así, señalan que, frente a una supuesta configuración de una nueva Guerra Fría entre China y Estados Unidos, Chile debe actuar en miras de no verse arrastrado por alguna de las potencias a nuevos conflictos.
Sin embargo, la escena internacional deja entrever que las relaciones entre Beijing y Washington son diferentes a las que se dieron entre esta última y Moscú en el siglo XX, ya que ambos actores están íntimamente interconectados en múltiples áreas. Ante ello, la idea de autonomía estratégica irrumpe en la palestra pública como un concepto innovador y que responde a esta nueva realidad.
Pero ¿qué es eso de ser autónomos? Parte de la doctrina (Bywaters, Sepúlveda y Villar) lo señalan como la búsqueda de espacios de acción propios en el exterior, promoviendo así una diplomacia de tipo emprendedora y de nicho para Chile. Así, más que analizar el tema del alineamiento, se mira hacia el desarrollo de áreas, diversificación de relaciones, asociación con socios estratégicos (como la UE), paradiplomacia y la concatenación de políticas internas con lo internacional.
Una política exterior debe ser dúctil y capaz de adaptarse a un mundo que cambia a pasos agigantados. En consecuencia, no hay que pensar en base a escenarios pasados, sino que debemos actuar en una autonomía adaptable que tenga en mente la realidad imperante, y vea a nuestras ventajas comparativas y intereses como activos a desarrollar.