La lógica indicaría que un programa que logró movilizar a miles de jóvenes a las urnas y alzar con ello, al presidente más votado desde el retorno de la democracia, debiera apuntar también hacia la renovación de los liderazgos locales.
Gonzalo Núñez Muñoz
Periodista – Magíster en Comunicación Estratégica y Opinión Pública.
Consumado el triunfo electoral de cualquier coalición que busca gobernar, de inmediato surge la interrogante de quiénes serán los rostros y liderazgos de ese nuevo equipo que buscará, cual producto o servicio, satisfacer las necesidades de una ciudadanía que a través del sufragio universal, eligieron la opción que podría atender de mejor forma dicho “dolor”.
Tras los declarados anhelos de descentralización y legitimación territorial, liderados hoy por los gobiernos regionales, esa duda se traslada inmediatamente a las regiones y a la composición de los equipos ministeriales que deberán ser el órgano dialogante con las nuevas estructuras regionales, que desde este año, de forma inédita, también fueron elegidos por la soberanía popular.
¿Cuál será el escenario para nuestra región? Hasta ahora, incierto. Pareciera un hecho a la vista que los partidos que conforman Apruebo Dignidad, están un paso más atrás en nivel organizacional si se mira su desempeño en regiones como la Metropolitana o Valparaíso, lo que quedó demostrado tras los resultados de la segunda vuelta.
Si analizamos algunos datos, podemos notar que en Biobío, para la sustancial mejora de resultados, además de la mayor participación, fue clave la sumatoria de liderazgos comunales, en su mayoría, provenientes del bloque histórico ex Concertación y Nueva Mayoría, que permitieran asegurar los votos del bloque de izquierda.
Si vemos algunos ejemplos, en la comuna de Concepción, Boric aumentó su votación en más de 36 mil votos, algo impensado si sólo hubiese captado la votación de competidores afines como Provoste, MEO y Artés, mientras que Kast habría asegurado a todos los votantes Parisi/Sichel igualando prácticamente la sumatoria de esos votos en primera vuelta. Vale decir, la alianza del bloque frente-amplista con los partidos tradicionales, fueron claves para la mayor movilización de personas frente a las urnas.
Ejemplo similar podemos apreciar en San Pedro de la Paz, donde el pacto Apruebo Dignidad triplicó su votación, generando un empate técnico en el resultado final comunal. La ecuación se repite sin diferencias en otras comunas como Hualpén, Talcahuano, Coronel o Lota.
La duda razonable entonces cae de lógica, ¿se repetirá la misma alianza virtuosa en la conformación de los equipos ministeriales que liderarán nuestra región? Diversas voces ya han manifestado la necesidad de “concesionar el liderazgo” o “no cerrarse a los más cercanos”, como indicara Daniela Dresdner hace unos días a este mismo medio, quien seguramente, será parte de aquellos rostros destacados del próximo gobierno local.
Si analizamos la primera conformación del Gabinete Regional durante el segundo gobierno de Michelle Bachelet, liderado entonces por Rodrigo Díaz, el promedio de edad de los seremis designados fue de 48 años, similar al promedio de 45 años que alcanzara el primer gabinete de Jorge Ulloa durante esta reciente administración.
Nuevamente, la lógica indicaría que un programa que logró movilizar a miles de jóvenes a las urnas y alzar con ello, al presidente más votado desde el retorno de la democracia, debiera apuntar también hacia la renovación de los liderazgos locales y apelar a esa virtuosa mezcla entre experiencia y juventud. ¿La respuesta? Sólo el presidente electo la tiene.