Opinión

La Constitución del Universo

Las revoluciones científicas que surgen de una nueva Ley de la Naturaleza enriquecen lo que sabemos. Pero estos cambios siempre deben hacerse en base a la evidencia. No importa lo entusiasmados que estemos con una nueva idea revolucionaria: para convertirse en Ley, ésta debe estar en correspondencia con la realidad observada, siempre verificable por experimentos.

Por: Diario Concepción 13 de Mayo 2021
Fotografía: Cedida

Dr. Roger Leiton Thompson
Centro para la Instrumentación Astronómica (CePIA). Departamento de Astronomía, Universidad de Concepción.

“La suerte ayuda a los valientes”, Virgilio, poeta romano.

¿De qué está constituido el Universo? Materia y Energía se desenvuelven en el Espacio y en el Tiempo dando forma al Cosmos. Además de esos cuatro componentes fundamentales, existen reglas que dictan su comportamiento. Las Leyes de la Naturaleza son regularidades que, habiendo las mismas condiciones, siempre ocurren. Generalmente las dejamos escritas en forma de una ecuación matemática, que es como un poema bien escrito y bien pensado: de gran precisión, que describe de manera sintética, elegante y simple algún aspecto del Universo. Los versos del romano Virgilio son clásicos porque, leídos hace 2000 años tanto como ahora, revelan algo universal sobre la naturaleza humana. Análogamente, E=mc2 dicta que existe una equivalencia entre masa y energía en cualquier lugar y época del Universo. Además, las Leyes de la Naturaleza indican restricciones que dan lógica al Cosmos. Por ejemplo, existe la prohibición de que ningún objeto material viaje a igual o mayor velocidad que la luz en el espacio vacío. Esto implica que la información en el Universo siempre requerirá de un tiempo para ir de un lado a otro, haciendo que las causas siempre precedan a los efectos.

Pero también existen condiciones en las que no sabemos si las Leyes de la Naturaleza funcionan, ahí donde nuestro conocimiento limita con la incertidumbre (dentro de un agujero negro, por ejemplo). En esos casos debemos estar abiertos a los cambios, a las nuevas explicaciones que surjan para aclarar lo inexplicable y ser capaces de ampliar las Leyes de la Naturaleza allí donde se necesite. Al hacer esto, por supuesto, no siempre es necesario reescribir todo o empezar de cero. La teoría gravitacional de Einstein corrige y expande, pero no elimina el uso de la de Newton. Las Leyes resumen nuestro mejor esfuerzo por entender al Cosmos, un trabajo de mejora y pulido constante acumulado por generaciones de científicos.

Las revoluciones científicas que surgen de una nueva Ley de la Naturaleza enriquecen lo que sabemos. Pero estos cambios siempre deben hacerse en base a la evidencia. No importa lo entusiasmados que estemos con una nueva idea revolucionaria: para convertirse en Ley, ésta debe estar en correspondencia con la realidad observada, siempre verificable por experimentos.

Si algun dia te animas a constituir tu propio Universo, he aquí algunas recomendaciones: que las Leyes sean las mínimas suficientes y que no se contradigan entre sí; que no sean muy restrictivas (sino obtendrás un Universo rígido donde nada ocurre, un Universo muerto) ni tampoco muy laxas (porque harán que tu Universo sea un caos, uno en donde las cosas se formen y se desarmen rápidamente, inestable y sin continuidad).

Afortunadamente, el actual es un Universo a medio camino entre la predictibilidad y el caos, entre la simpleza y la complejidad, uno que permite tanto la existencia del humilde átomo de hidrógeno así como de los cerebros que intentan comprenderlo.

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