Opinión

John Rawls: La defensa liberal de un Estado solidario

Inspirado en Rawls, debemos participar en los debates públicos como personas razonables quienes quieren un mundo en el cual, como libres e iguales, podemos cooperar con otras personas según los criterios acordados. No es transaccional sino de respeto mutuo entre iguales en una comunidad política, donde todas benefician.

Por: Diario Concepción 27 de Marzo 2021
Fotografía: Jeanne Simon

Jeanne W. Simon
Programa de Estudios Europeos
Investigadora Asociada, INCAR – Universidad de Concepción

Este año se cumple 100 años desde el natalicio del destacado filósofo John Rawls. Aunque su libro “Teoría de la Justicia” fue publicado hace 50 años, siguen vigentes sus argumentos sobre la mejor manera de lograr estabilidad democrática en sociedades caracterizadas por diferencias ideológicas.

El pensamiento liberal de Rawls reconoce la capacidad intrínseca de toda persona de pensar de manera no egoísta. Así, antes de plantear nuestra posición sobre la Constitución, nos pediría aceptar un “velo de la ignorancia” que implica que no conocemos nuestras características distintivas. Debido al incertidumbre, las personas razonables buscarían una solución más equilibrada: una cancha donde cada uno/a compite según su esfuerzo y no según su posición social.

Así, y en contraste con los neoliberales, Rawls justifica un Estado más activo para generar las condiciones igualitarias del bienestar que complementa la igualdad de libertad. En otras palabras, demuestra que muchas características que definen nuestra posición en la sociedad son moralmente arbitrarias, como por ejemplo el apellido, género, raza y hasta nuestros talentos. De esta manera reconoce que ninguna persona debe pagar el costo, por tener una situación de discapacidad; tampoco por ser mujer, indígena, homosexual o inmigrante.

Al mismo tiempo, tener un talento rentable también es arbitraria, y como consecuencia no debe recibir un premio especial sino se valora el esfuerzo. Así, el arreglo será solidario: cada persona aporta según su capacidad y el Estado distribuye según la necesidad de cada una/o. Aunque se puede aceptar ciertas desigualdades sociales y económicas, la desigualdad extrema se considera una amenaza a la libertad individual.

Al mismo tiempo como un buen liberal, los poderes del Estado se limitan por los derechos humanos que son la base de la vida en común entre personas liberales. Nos exige tomar una posición clara contra las posiciones no razonables, y en especial rechazar las ideologías y doctrinas que son racistas y no reconocen la agencia moral de todas las personas.

Inspirado en Rawls, debemos participar en los debates públicos como personas razonables quienes quieren un mundo en el cual, como libres e iguales, podemos cooperar con otras personas según los criterios acordados. No es transaccional sino de respeto mutuo entre iguales en una comunidad política, donde todas benefician.

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