Opinión

Espacio para el sexo

Si los amantes logran mantenerse unidos y ocupados en lo suyo, en 0-g el sudor del amor no gotea sino que quedará adherido a sus cuerpos debido a las fuerzas de cohesión de las moléculas de agua.

Por: Diario Concepción 11 de Febrero 2021
Fotografía: Roger Leiton

Dr. Roger Leiton Thompson
Centro para la Instrumentación Astronómica (CePIA)
Departamento de Astronomía, Universidad de Concepción

Gracias a la gravedad, si salto desde una silla caeré aumentando mi velocidad a un ritmo de 9.8 metros por segundo cada segundo. Esta es la aceleración en la superficie de la Tierra y se abrevia “1-g”. La Tierra y yo nos atraemos mutuamente con la misma fuerza, pero sólo yo logro moverme por ser más liviano. Esta atracción disminuye si salto desde sillas cada vez más altas. A 400 km la intensidad gravitatoria merma pero sólo en un 12% con respecto a la de la superficie, así es sigue siendo intensa. A pesar de esto, los astronautas viajando a esa gran altura dentro la Estación Espacial Internacional no caen de sus sillas sino que flotan libremente. ¿Por qué? Porque tanto ellos como la estación orbitan suficientemente rápido para mantener la altura de su órbita sin estrellarse. En la práctica, dentro de la estación los astronautas experimentan gravedad cero, “0-g”.

Pero no solo la gravedad causa atracción. Si la Humanidad se atreve a vivir en el espacio por largo tiempo, las hormonas, el coqueteo y las miradas lascivas causarán atracciones también. Como todos los placeres, el sexo ocurre esencialmente en el cerebro. Para amantes espaciales, el vértigo de la desorientación, la falta de arriba o abajo, el girar o flotar a la deriva, pueden ser experiencias que traigan novedad a la experiencia sexual. Pero no todo es fantasía y lujuria a 0-g.

A pesar de que Newton era célibe, sus Leyes de Movimiento nos ayudan a entender el sexo en órbita. La Primera Ley (Inercia) nos dice que si una pareja de amantes no está bien sujeta al interior de la nave espacial, sus cuerpos en acción flotarán libremente en línea recta hasta que alguna fuerza (el choque con una pared, por ejemplo) los detenga o cambie de dirección. La Tercera Ley (Acción y Reacción) es más decisiva al momento del sexo espacial. El más sutil de los besos puede enviar a los amantes en direcciones contrarias de no estar sujetos entre sí y las fuerzas opuestas creadas por movimientos de rítmica pasión pueden provocar que los cuerpos se separen, interrumpiendo el acto espacial.

Si los amantes logran mantenerse unidos y ocupados en lo suyo, en 0-g el sudor del amor no gotea sino que quedará adherido a sus cuerpos debido a las fuerzas de cohesión de las moléculas de agua. Si la acción es intensa, el resultado será un par de cuerpos agotados y envueltos en un capullo delgado y gelatinoso de agua, una capa aislante que hará subir aún más la temperatura. Sin gravedad, el calor “no sube” a ninguna parte, no hay corrientes de aire y es aún más difícil enfriar a los amantes.

Y hablando de líquidos, en órbita el corazón ya no tiene que luchar contra la gravedad por lo que trabaja menos para bombear. Esto bajaría trágicamente la presión arterial dificultando así el esperado momento de la erección. Pero descuida, las agencias espaciales insisten en que hasta ahora “oficialmente” nunca ha ocurrido sexo en órbita. Así es que, por el momento, lo que ocurre en el espacio, se queda en el espacio…

Etiquetas