Opinión

Ambrosio O’Higgins

Por: Diario Concepción 07 de Febrero 2021
Fotografía: Diario Concepción

Un distinguido personaje que llevó en su corazón al sur de Chile y que la historia ha invisibilizado, debido al prestigio que el tiempo y la historia dio a su hijo Bernardo, me refiero al primer intendente de Concepción, capitán general, presidente de la Reales Audiencias de Lima y Santiago de Chile, Barón de Ballenari y Marqués de Osorno, don Ambrosio O’Higgins.

Ambrosio llega al mundo el año de 1720, pleno siglo de las luces, proviene del Condado de Summer Hill en Irlanda, hijo de una familia poco acaudalada por lo que se vio en la necesidad de, a temprana edad, trabajar para sostenerse, haciéndolo en el comercio. Los destinos de la vida lo conducen a España, en busca de mejor suerte.

Ambrosio era, según lo describe José Rodríguez Ballestero, “de cuerpo mediano, pero grueso, cara redonda, nariz regular, ojos pardos y pobladas cejas”; de religión católica. Ya de edad adulta pasa en España al amparo de un pariente clérigo, que fue confesor del rey Carlos III, al poco tiempo viaja al Perú, con el oficio de buhonero, para luego dirigirse a Concepción en el año de 1763, desarrollando actividades comerciales entre Buenos Aires, Santiago, Valparaíso y Concepción.

Sus actividades lo llevan a trabajar con el Arquitecto Garland ocupándose de delinear caminos y recibiendo por ello un sueldo del estado Español. Es encargado, junto a Garland, de ubicar el lugar del traslado definitivo de la ciudad de Concepción, que se oficializa por real cédula de 4 de Mayo de 1764. Con posterioridad, Garlad y O’Higgins se instalarán en Talcahuano para fortificar el puerto. Se puede decir, sin lugar a equívoco, que en esta época comienza a crecer la figura de Ambrosio O’Higgins. Envía informes detallados a España de la realidad chilena, aportando soluciones a los problemas existentes.

Hacia 1786, por la Real Ordenanza, Ambrosio O’Higgins es designado Intendente de Concepción, ciudad de unos 7 mil habitantes, conformada por españoles, mestizos, mulatos y negros. Acompañan a asumir el cargo su asesor letrado don Juan Martínez de Rozas. Su trabajo en Concepción es reconocido por todos los habitantes, deseca lagunas, hace arreglar las calles, recorre su zona que parte en el río Maule y llega hasta el río Cautín, lugar en el cual persigue y sanciona a las bandas de ladrones; atiende las constantes rebeliones indígenas, disminuyéndolas, mediante parlamentos que transa con los indios; abre caminos, tiende puentes en la Araucanía y al encontrar las ruinas de la ciudad de Osorno, logra repoblarla con gentes de Concepción y Valdivia, donando a estos pobladores de su propio fundo Las Canteras, 50 yuntas de bueyes. Resuelve el problema, aún actual, del acceso a las playas para los pescadores, impidiendo que los predios limiten con la costa teniendo que dejar un acceso libre de 100 varas a contar de la marea más alta, para el desarrollo de la pesca. Funda ciudades, como Linares, Parral y Cauquenes, termina con los mayorazgos que esclavizaban a los habitantes, entregándoles derechos de subsistencia.

Dado los logros obtenidos y debido a la muerte del Gobernador de Chile, Tomás Álvarez de Acevedo, es elegido con fecha 10 de Octubre de 1788, Gobernador de Chile. Desde su puesto sigue impulsando la reconstrucción de Osorno y rediseña el camino que une a Santiago con Valparaíso, para un mejor tránsito y desarrollo comercial del puerto.

Deja a cargo de la Intendencia de Concepción a su asesor jurídico don Juan Martínez de Rozas, quien continúa y amplía la obra dejada por O’Higgins. Todo este trabajo eficiente del Gobernador, llega a oído del rey de España, quien en 1796, lo eleva al rango de Virrey del Perú. Desde este importante cargo, siguió preocupado de la antigua provincia de Concepción y la Gobernación de Chile, a su vez del poblamiento de Osorno, como también dedicó tiempo a su lejano hijo Bernardo, a quien legó a su muerte, un testamento, que le entrega su apellido, una cuantiosa fortuna, el fundo las Canteras, en los Ángeles, con 3 mil cabezas de ganado y otras tierras, así como dinero en efectivo.

Ambrosio O’Higgins murió en Lima el 18 de Marzo de 1800, su cuerpo descansa en la catedral del Virreinato.

Alejandro Mihovilovich Gratz
Profesor de Historia y Geografía
Investigador del Archivo Histórico de Concepción

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