Confunden los parlamentarios la formación cívica, la participación ciudadana y la enseñanza en Derechos Humanos.
Florencia Alvez Marín
Colectiva – Justicia en Derechos Humanos
Corporación y Oficina Jurídica.
“Todos los pueblos y naciones deben esforzarse, a fin de que tanto los individuos como las instituciones, inspirándose constantemente en ella, promuevan mediante la enseñanza y la educación, el respeto a estos derechos y libertades”, señala el preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, adoptada en 1948 por la Asamblea General de las Naciones Unidas. En ella se concreta, por primera vez y luego de dos guerras mundiales, un acuerdo global sobre los derechos básicos e inherentes a los seres humanos, los que deben ser respetados y resguardados sin otra consideración que la de ser persona. Estos derechos y libertades tienen como fundamento y fin último la dignidad humana, que es en términos simples, el valor inherente del ser humano en cuanto ser racional dotado de libertad. Ni más ni menos.
Hace algunos días se rechazó en la Cámara de Diputados y Diputadas un proyecto de ley que proponía la creación de la asignatura denominada “Memoria y Derechos Humanos” para estudiantes de enseñanza media.
Quienes rechazaron dicho proyecto argumentan que los contenidos propuestos ya se abordan en otras asignaturas, por lo que no sería necesario la creación de una nueva. Confunden los parlamentarios la formación cívica, la participación ciudadana y la enseñanza en Derechos Humanos. Señala el INDH que “mientras la educación cívica pone el acento en la adhesión y cumplimiento individual a las normas de convivencia social, la formación ciudadana procura movilizar la participación sistemática y responsable de los y las jóvenes, particularmente en las instancias formales, como es la elección de autoridades. La Educación en Derechos Humanos, en tanto, engloba las dos anteriores, poniendo en su centro la identificación de sí mismos/as y de los/as demás como sujetos de derechos”.
La enseñanza en Derechos Humanos es, además, un derecho humano en sí mismo. Así lo establece la Declaración de las Naciones Unidas sobre educación y formación en materia de Derechos Humanos del año 2011, ratificada por Chile. Sin educarnos y educar en derechos humanos, insistentemente y desde los primeros años de vida, la idea de alcanzar una sociedad en que se respete la dignidad, la libertad y la igualdad de todos sus integrantes seguirá siendo una quimera.