No es de extrañar que el manejo de la pandemia se haya transformado rápidamente en escenario para la judicialización, en especial en Europa.
Beatriz Larrain Martinez
Integrante del Programa de Estudio Europeos
Una de las causas de la excesiva judicialización que vivimos en el mundo moderno tiene que ver con la mala imagen que tienen los ciudadanos de los políticos. En especial los poderes ejecutivo y legislativo son vistos como inoperantes, corruptos, y que sirven sus propios intereses en vez de servir el interés público. La impotencia que esto causa a los ciudadanos es ventilada en los tribunales, con la esperanza de que sean los jueces los que enmienden el rumbo de los gobiernos.
Luego, no es de extrañar que el manejo de la pandemia se haya transformado rápidamente en escenario para la judicialización en el mundo, y en especial en Europa. En España, por ejemplo, se han presentado numerosas demandas en contra del gobierno, en especial por haber convocado a la marcha del Día Internacional de la Mujer en marzo, causando así masivos contagios. Un grupo denominado Asociación Española de Víctimas y Afectados por la Covid-19, presentó ante la Corte de la Haya una denuncia contra Pedro Sánchez acusándolo de genocidio. En Italia, un grupo de familiares de víctimas del virus, presentaron la primera querella ante el tribunal de Bérgamo (zona del norte de Italia que fue el foco de la primera ola), acusando al gobierno de negligencia, la cual habría causado la muerte de más de 34.000 personas. Los franceses no se han quedado atrás, y han acusado a funcionarios del gobierno de cuasi delito de homicidio. Austria, por su lado, ha sido el escenario de la mayor demanda colectiva hasta el momento. En ella se acusa a las autoridades por no haber cerrado a tiempo un exclusivo resort de ski, aun sabiendo que había personas infectadas, por temor a las pérdidas económicas.
Los tribunales están siendo usados por la ciudadanía como una forma de reclamo frente a las ineficientes gestiones por parte de los gobiernos. Más que buscar soluciones a los estragos causados por el virus mismo, cosa que malamente podrían hacer los jueces no siendo virólogos ni epidemiólogos, se trata de la “judicialización de la ira” como señalaba un medio de prensa. La pregunta que cabe hacerse es si serán los jueces capaces de dar salida a toda esta rabia o si será finalmente la judicialización de la pandemia otro escenario que terminará en mayor frustración ciudadana. Solo el tiempo nos dará la respuesta.