Opinión

Heredar el diálogo de un Pueblo

Huelga decir que Chile es, en latinoamérica, el único país con gran porcentaje de población indígena (12,8%) que no los reconoce en su Constitución.

Por: Diario Concepción 09 de Octubre 2020
Fotografía: Florencia Alvez Marin

Florencia Alvez Marín
Abogada y Mg. en Ciencias y Gestión del Medio Ambiente.
Colectiva – Justicia en Derechos Humanos
Corporación y Oficina Jurídica.

El 3 de octubre pasado falleció Rosendo Huenumán, reconocido parlamentario Mapuche. Con él parte al encuentro de sus ancestros el último de un grupo que defendió, entre 1924 y 1973, los intereses del Pueblo Mapuche en instancias legislativas.

Desde 1973 hasta hoy la relación Estado – Pueblos Originarios ha pasado de la inexistencia al pseudo-diálogo, de la persecución y despojo a la elaboración de políticas asistencialistas, hasta la posibilidad actual de ser reconocidos, por primera vez, en la Carta Fundamental.

Como una jugada del destino, a días del fallecimiento de don Rosendo se reabrió el debate en el Senado sobre la forma en que se incorporarán escaños para los Pueblos Indígenas en la eventual discusión por una Nueva Constitución. Dos hechos aparentemente aislados entretejen anhelos y luchas históricas de un Pueblo. Y de todos los Pueblos que habitan este territorio.

Huelga decir que Chile es, en latinoamérica, el único país con gran porcentaje de población indígena (12,8%) que no los reconoce en su Constitución. Esta es una promesa incumplida desde hace más de 30 años en la historia reciente. Constituye un anhelo de los Pueblos Originarios y una deuda del Estado.

Un reconocimiento constitucional implica comenzar a existir formalmente como actores políticos. Los Pueblos Originarios no están representados en instancias decisorias, no tienen derecho a incidir en sus prioridades de desarrollo, no tienen derecho a educarse en su lengua materna, ni se reconoce su vínculo con la tierra. Se les niega su identidad cultural, se les coloniza y asimila, algo inaceptable y violento.

La voluntad ejemplar de diálogo de los Pueblos Originarios, de la que don Rosendo es fiel representante, debe ser honrada. A pesar de la invisibilización y menosprecio de parte del Estado, que queda graficada en la ausencia del Ministro Secretario General de la Presidencia y de la Ministra de Desarrollo Social en la sesión del Senado sobre escaños reservados del martes 6 de octubre, la voluntad de participar y aportar desde sus visiones nunca ha claudicado. Esta senda de diálogo es una de las múltiples que debemos recorrer en la discusión de una Nueva Constitución.

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