Opinión

Memoria, derecho y futuro

Como mujeres y hombres políticos hoy tenemos la oportunidad de discutir los nuevos principios que construyan nuestro Estado de derecho, sobre bases democráticas que superen las falencias del sistema actual y que incluya un marco respetuoso y evolutivo de derechos humanos.

Por: Diario Concepción 18 de Septiembre 2020
Fotografía: Colectiva Justicia en DDHH

Carla Cid Maldonado
Abogada, Colectiva – Justicia en Derechos Humanos
Corporación y Oficina Jurídica

En etapas turbulentas, la Constitución debe garantizar un cierto nivel de estabilidad política y social. La Constitución Política ocupa un lugar central en la vida política y social del país, por una parte, define la relación entre el Estado y la sociedad, así como también entre las diferentes funciones del Estado, con centro en los derechos esenciales de las personas.

Las demandas que la misma ciudadanía expresó el pasado 18 de octubre demuestra la desconexión existente entre las necesidades e intereses locales y la estructura de poder vigente en nuestra Carta Fundamental, pero más grave aún, el poco compromiso existente en materia de derechos humanos que permitieron que hoy, 47 años después del golpe cívico militar, se vuelvan a vulnerar garantías y derechos humanos por concebir un país diferente.

“Rechazar para reformar” es el eslogan de cierta campaña política que asegura no existe la necesidad de una nueva Constitución sino cambios más próximos en el tiempo a través de reformas constitucionales; la evidencia nos demuestra lo contrario: La constitución impuesta de 1980 ha sido modificada en 257 oportunidades, sin conseguir la cohesión social ni responder efectivamente a las necesidades y demandas ciudadanas, prácticamente sin modificar el catálogo de derechos fundamentales original, y ha sido la misma que a través de un sistema subsidiario ha supeditado lo público a lo privado incluyendo los derechos humanos básicos y que hoy tiene completamente desacreditada la política actual.

Pensar los Derechos Humanos en la etapa constituyente implica construir una nueva agenda para el país, mirarnos como una sociedad en un camino de diálogo, de pluralismo y de convergencia entre viejos y nuevos derechos. Como mujeres y hombres políticos hoy tenemos la oportunidad de discutir los nuevos principios que construyan nuestro Estado de derecho, sobre bases democráticas que superen las falencias del sistema actual y que incluya un marco respetuoso y evolutivo de derechos humanos.

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