Opinión

El imperativo de la unidad

Por: Diario Concepción 11 de Agosto 2020
Fotografía: Cedida

Jaime Tohá González
Diputado PS del Distrito 20.

Nuestro país avanza hacia un futuro que tenemos que construir entre todos. La política, no es solo un terreno en disputa, sino también un lugar de encuentro en la diferencia. Más aún, puede ser la creadora de nuevos espacios cuando ella se escribe con mayúsculas. Esa posibilidad de deliberar sobre los desacuerdos es donde se aloja, precisamente, la chance de una coexistencia bajo un marco jurídico común y legítimo en el cual las divergencias no solo tengan cabida, sino que sean dirimidas para el bien de la comunidad y con pleno respeto a los derechos fundamentales de todos y todas.

Las visiones escatológicas que anuncien el fin de cualquier “ismo” no dan cuenta de lo efímero que a veces son las preferencias ciudadanas, ni menos aún, se hacen cargo que la representatividad en una República consiste en que los ciudadanos solo dejan huella de sus anhelos mediante el voto, el cual puede ir cambiando conforme pase el tiempo, la experiencia, y la calidad de los gobiernos que se suceden. Un programa político por bueno y querido que pueda ser, sigue la regla de la evolución: nace para morir.

Y hoy, pese a los grandes avances de los últimos 30 años, tenemos una sociedad nueva, la cual exige con más fuerza sus derechos, rechaza las inequidades y anhela grandes cambios.

La centro derecha ha demostrado en los dos gobiernos del Presidente, Sebastián Piñera, no tener ninguna sintonía con esa realidad, y no ha querido mirar las grandes transformaciones que una sociedad como la chilena reclama; en suma, ella no ha tomado la posta a la que ha sido emplazada por el pueblo de Chile para conducir sus destinos en los años que ha gobernado. La reacción del actual gobierno frente al estallido social y la pandemia son un claro ejemplo, y el mensaje presidencial de hace un par de días, su verificación.

Esta nueva etapa exige una nueva Constitución que interprete la actual realidad y trace un camino. Para ello, la unidad de la oposición sobre la base de un programa de consensos básicos sin exclusiones ni vetos resulta indispensable. Ella debe ser encabezada por un liderazgo legitimado por la ciudadanía, que sea el inicio de un proceso de reformas continuas que configuren el país de las próximas décadas. Estamos seguros que Chile tiene un porvenir, y como centro izquierda debemos encontrar quien lo escriba.

 

 

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