Opinión

Cuenta Presidencial

En este difícil contexto histórico, me atrevo a través de estas líneas a sugerir con mucha humildad, pero con cifradas esperanzas, pueda ponerse en el corazón de la agenda pública, por parte de todos los sectores políticos y el gobierno, aquella empatía que haga posible sintonizar con las necesidades y las angustias de un Chile que atraviesa horas difíciles.

Por: Diario Concepción 31 de Julio 2020
Fotografía: Fundación República en Marcha

Augusto Parra Ahumada
Presidente Fundación República en Marcha

La Cuenta Presidencial de este 31 de julio de 2020, constituye una oportunidad y una esperanza, en el sentido que pueda constituirse en un factor que contribuya significativamente a superar un clima político marcado por la polarización de un debate público que ha venido a constatar un significativo deterioro del diálogo democrático y pueda así devenir a su vez en un factor de gobernabilidad y conducción de los desafíos que debe enfrentar el Presidente para llevar su mandato a un buen término, dentro del periodo constitucional para el que ha sido democráticamente mandatado y que desapegándose de la lectura de la aprobación coyuntural, permita un justo juzgamiento histórico de una gestión compleja en tiempos convulsos.

Las circunstancias de la historia marcadas por el denominado “Estallido Social” de octubre y la Pandemia global que nos afecta, en un Chile que ha constatado señales de agotamiento de un ciclo, han obligado al presidente y su gobierno a sustituir la agenda y el programa de gobierno, poniendo prioridad en atender a los acuerdos políticos que ha sido preciso explorar en búsqueda de la paz, como el “Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución” suscrito por un amplio espectro de Partidos Políticos la noche del 15 de noviembre y las emergencias sanitarias, sociales y económicas, para superar la difícil coyuntura, en medio de un clima político beligerante, marcado por la presión de la violencia expresada de diversas formas y por un evidente deterioro de la deliberación publica, marcada por deplorables síntomas de populismo ante las dificultades para ofrecer respuestas a la ciudadanía por parte de instituciones políticas desgastadas y deslegitimadas.

En este difícil contexto histórico, me atrevo a través de estas líneas a sugerir con mucha humildad, pero con cifradas esperanzas, pueda ponerse en el corazón de la agenda pública, por parte de todos los sectores políticos y el gobierno, aquella empatía que haga posible sintonizar con las necesidades y las angustias de un Chile que atraviesa horas difíciles.

Luego las aspiraciones del gobierno deben ser más bien minimalistas y apostar por los acuerdos y la apertura hacia una vocación de mayoría de los sectores moderados de honda vocación democrática, para abordar lo que resta de crisis sanitaria, la reactivación de la economía y una gestión inteligente e inteligente emocionalmente de la agenda constitucional y política.

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