Opinión

Asegurar el plebiscito, también la participación

El ejercicio de la participación política fue hasta hace unos meses un bastión de esperanza para la mayoría de la población, esa que se agolpó en cada avenida de nuestro país.

Por: Diario Concepción 10 de Julio 2020
Fotografía: Cedida

Nicolás Díaz Carrillo
Colectiva – Justicia en Derechos Humanos
Corporación y Oficina Jurídica

El debate que han reinstalado juristas, politólogos y cientistas políticos parece claramente inclinarse por un sufragio en urnas y presencial de la ciudadanía. El profesor Claudio Fuentes ha realizado recientemente un interesante catastro de la situación de procesos electorales alrededor del mundo considerando el escenario de pandemia, publicado en CIPER-Académico. IDEA Internacional ha formulado variados análisis y recomendaciones a nivel global sobre el tema. En el contexto nacional lo suyo ha realizado Espacio Público.

Hay que seguir con ese enfoque: observar las experiencias comparadas y buenas prácticas, para elaborar un diseño coherente a nuestra tradición electoral y sensible a nuestro escenario sanitario, asegurando no sólo el resguardo de la salud de la población sino además la promoción de la participación política. Conforme los datos de IDEA International, a lo menos 67 países y territorios alrededor del globo han reprogramado elecciones nacionales y subnacionales debido a la Covid-19, siendo 40 los que mantienen su agenda electoral. En los últimos tres meses se han realizado elecciones en Francia, Corea del Sur, Islandia, Suiza, Polonia, Serbia, EE.UU, India, Japón, entre otros. En América Latina, el pasado 5 de julio República Dominicana celebró las primeras elecciones presidenciales en contexto de pandemia dentro de la región.

Sí, se puede. Sin embargo, en el caso de Francia, tomaron una decisión final sólo 15 días antes y la participación bajó un 20%; en Polonia si bien se desechó la propuesta oficialista de implementar toda la votación vía correo, las decisiones finales se adoptaron sin mayor deliberación ni anticipación, lo que ha sido criticado por expertos (KALANDADZE; 2020). En Corea del Sur si bien su sistema electoral ya tenía implementado mecanismos de voto remoto, las medidas fueron anticipadas (ej. difundiéndose un código de conducta del votante), registrando la mayor participación electoral desde 1992 (aun con la peor cifra de participación de nacionales en el extranjero). No hay antídoto único, pero la planificación anticipada es un factor clave. Sobre estas observaciones ha de ponderarse la tasa de infección por millón de habitantes y la precariedad económica que se agudiza día a día, dificultando aún más el ejercicio efectivo e igualitario de la participación en nuestro país.

Votaciones en 2 o más días, urnas móviles o separadas para grupos de riesgo y asintomáticos, o bien transporte público gratuito el día de votación, son alternativas a evaluar. Desde luego, estrictas medidas sanitarias de distanciamiento, vocales de mesa voluntarios, portar los electores su lápiz propio e implementos de protección, junto con la permanente limpieza de los locales de votación.

El ejercicio de la participación política fue hasta hace unos meses un bastión de esperanza para la mayoría de la población, esa que se agolpó en cada avenida de nuestro país. Esa vitalidad participativa, que se manifestó como derecho de reunión y libertad de expresión, persiste hoy, ahora no cabe más que consolidarla.

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