Opinión

El trabajo colaborativo entre profesionales es indispensable

Es importante que las unidades educativas sistematicen prácticas cotidianas en torno a la comunicación, cooperación y trabajo interdisciplinario entre profesionales de la educación, como profesores y educadoras de párvulos y los asistentes de la educación, como el fonoaudiólogo, psicólogo u otro profesional.

Por: Diario Concepción 02 de Julio 2020
Fotografía: Rodrigo Herrera Oñate

Rodrigo Herrera Oñate
Docente y coordinador área Infanto-Juvenil carrera de Fonoaudiología UST

La pandemia del COVID-19 es una emergencia sanitaria que implicó la realización de ajustes y medidas extraordinarias en todos los sectores de la sociedad. En nuestro país, llevamos dos meses sin clases presenciales para nuestros estudiantes, situación que obligó a las comunidades educativas a generar procesos de ajuste en las prácticas pedagógicas, diseño de estrategias de trabajo y promoción de diferentes formas de comunicación entre los agentes del proceso de enseñanza aprendizaje.

Todo en pos de que la situación perjudique lo menos posible el desarrollo de habilidades y actitudes, junto al progreso en el aprendizaje. Esto cobra mayor relevancia para quienes presentan Necesidades Educativas Especiales (N.E.E), ya que involucra acciones de coordinación, adecuación y trabajo colaborativo entre los miembros de las comunidades educativas.

Es importante que las unidades educativas sistematicen prácticas cotidianas en torno a la comunicación, cooperación y trabajo interdisciplinario entre profesionales de la educación, como profesores y educadoras de párvulos y los asistentes de la educación, como el fonoaudiólogo, psicólogo u otro profesional que tenga directa relación con los estudiantes con N.E.E según su diagnóstico.

Esto, debe constituir un recurso central para los procesos de planificación y diversificación de la enseñanza; es importante que se sigan llevando a cabo instancias de colaboración por vía remota o no presencial, definir espacios, horarios y participantes de acuerdo a las realidades y plantas de cada establecimiento, donde en conjunto, se diseñen acciones y se definan ajustes orientados a dar respuesta educativa de manera consensuada entre el equipo de trabajo, aspectos que necesariamente se deben dar en educación especial, ya sea en escuelas especiales como en escuelas regulares con programas de integración escolar.

Lo anterior, configura un gran paso en dirección a garantizar el derecho a la educación para la diversidad, no sólo en el contexto de la pandemia, sino en cualquier realidad. Sin embargo, hoy refleja más que siempre el compromiso adquirido por las escuelas y los profesionales. El apoyo mutuo entre los expertos, el abordaje conjunto de acciones en el diseño y adecuación de estrategias de trabajo, debe ser un peldaño basal para que, posteriormente, cada escuela o liceo, de acuerdo a sus posibilidades y contextos específicos, determine la forma de llevar o hacer llegar estas acciones a los estudiantes y las familias para quienes fueron pensadas, haciendo lo posible por asegurar la recepción de recursos materiales de trabajo, para lo cual, previamente se debe hacer un panorama respecto a las opciones de las familias de la comunidad, para el acceso a la información.

Una vez hecho esto, por ejemplo, se podrá disponer de la entrega de recursos educativos por vía digital, como correo electrónico, descarga desde sitios web institucionales, entrega de material impreso en los establecimientos (lógicamente con las medidas de protección), e incluso, a través de redes sociales, a las que la gran mayoría hoy tiene acceso y utilizan como una plataforma de primera selección para la transmisión de la información.

De esta forma, el trabajo colaborativo de las comunidades educativas estará adaptándose con eficiencia a los cambios que la pandemia nos ha obligado a implementar, siempre teniendo el foco en dar una respuesta eficaz a las necesidades educativas especiales, contribuyendo a disminuir y eliminar barreras para el aprendizaje y, aún en esto tiempos, potenciar la comunicación y la colaboración entre los profesionales, lo que sin duda, se traducirá en mayores y mejores opciones de progreso personal, conceptual y social, no sólo para los miembros de los equipos de aula, sino también para nuestros niños, niñas y jóvenes, lo cual contribuirá a la calidad del proceso de enseñanza y aprendizaje, considerando un enfoque de derechos.

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