Cuando llegué en la mañana, 15 minutos antes que abriera la oficina de AFC, ya habían unas 300 personas esperando al frío.
Carola Venegas Vidal
Quedar sin trabajo en medio de la pandemia es quizás una de las sensaciones más desoladoras y confusas que puedan ocurrir a un ser humano. Hablo en primera persona. Sin discutir los motivos y las legítimas incertidumbres del empresario que recurre a los despidos para proteger su compañía, es un tema que duele, porque el grado de estrés y poca claridad es tal, que afloran concertadamente todos los miedos. ¿Y si me enfermo? ¿Si mis viejos o mis hijos se contagian? Cómo encuentro un cupo laboral si el #quédateencasa corta las vías de cualquier estrategia que nos lleva para comunicar confianza y actitud cara a cara.
Es duro. Pero como en estas situaciones extremas los sentidos se agudizan para aprender, ayer viví uno de los episodios menos amables y hasta un poco vergonzosos que me han sucedido en mi vida laboral. En este mundo de imágenes y de apariencias, quizás no me convendría contar siquiera que estuve cinco horas en una fila esperando por hacer el trámite de cobro de mi seguro de cesantía. Que cuando llegué en la mañana, 15 minutos antes que abriera la oficina de AFC, ya habían unas 300 personas esperando al frío, con la carga de lo perdido y la frustración de lo que va a ocurrir mañana. El INE explica que la cesantía subió a un 7,8% en el último trimestre móvil. Yo les digo que la cesantía a las 9 de la mañana era una cola de tres cuadras. Estuve cinco horas en una fila para llegar a solicitar lo que me corresponde por derecho. Así como yo, un batallón de cesantes que con decepción esperaban, aparte de su seguro, que nadie allí portara el Covid-19, porque de distancia y precauciones no había mucho.
No creo que haya responsabilidades únicas en esto, pero sí hay que remecer a las instituciones para que se exija un mejor trato a quienes ya están pasándolo mal. Fortalecer los trámites vía web (hasta ayer no era posible acceder a su plataforma), informar en forma correcta y simple, además de acoger y orientar a quienes están en está situación infeliz. Serán muchos más. Hay que hacerlo por los que obligadamente nos vamos a #quedarencasa.