Opinión

Hacia una mayor igualdad

Ha llegado el tiempo en que tendremos que definir el tipo de país y la democracia que dejaremos a las futuras generaciones.

Por: Diario Concepción 29 de Febrero 2020
Fotografía: Cedida

Ariel Ulloa
Ex alcalde de Concepción

La desigualdad en el mundo ocupó el centro de las reflexiones de los grandes de la política y las finanzas este año, en Davos, Klauss Schwab, fundador del foro, sostuvo que el mundo tenía que pasar de la “cultura de los privilegios a la de la igualdad” y agregó que “el capitalismo descuidó el hecho de que una empresa es (también) un organismo social y no sólo un ente con objetivos de lucro”.

Para la UDI y muchos empresarios chilenos, esos conceptos serán catalogados como “de izquierda”. En Chile, nadie puede ya discutir que la conmoción social que vivimos tiene su origen en el rechazo a las desigualdades y a los abusos propios del modelo ultraliberal heredado de la dictadura.

A partir de octubre del año anterior, Chile entró en una etapa clave. Ha llegado el tiempo en que tendremos que definir el tipo de país y la democracia que dejaremos a las futuras generaciones. Deberemos optar por seguir viviendo en un país desigual o construir uno más democrático y justo.

Según el Boston Consulting Group, en el caso de Chile, 161 personas en 2018 disponían de un patrimonio individual en valores superior a los 103 millones de dólares, es decir, estos 161 disponen del 20% del total de la riqueza del país.

Esta es la fotografía del modelo económico concentrador y excluyente de años, protegido por una Constitución catalogada por el académico Pablo Ruiz Tagle como “neoliberal”. Jaime Guzmán, su autor intelectual, dijo que “debe procurar que, si llegan a gobernar los adversarios, se vean constreñidos a seguir una acción no tan distinta a la que uno mismo anhelaría”.

El cuerpo legal de 1980 se encargó de amarrar las manos de la política impidiendo que los sucesivos gobiernos democráticos cumplieran con sus programas.

Resultado: la política y los políticos perdieron confianza y credibilidad ante una ciudadanía que exige respuestas a sus justas demandas. El acuerdo multipartidario del 15 de noviembre abrió inesperadamente un camino. Al principio, la derecha estuvo de acuerdo, sin embargo, ¿Cuál es la posición hoy de su gran mayoría? Campaña del terror alegando que una nueva Carta Magna equivale a un “salto al vacío”, “chilezuela”, etc.

Hasta ofrecen en su propaganda por el rechazo “hacerla corta”, ofreciendo reformas constitucionales exprés a las que se han negado toda la transición. ¿Les podemos creer? Ciertamente que no y por la sencilla razón que cualquier reforma estructural de fondo que toque el modelo será rechazada por el Tribunal Constitucional.

Ya supimos de eso con la ley que entregaba dientes al Sernac para terminar con los abusos, con la titularidad sindical, con la objeción de conciencia en la ley del aborto por tres causales. Llegó la hora de mirar sólo al 26 de abril y ganar. Lo demás ya no cuenta.

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