Opinión

Terremoto 2010, cambios y permanencias

Existe una serie de prácticas que han permanecido estancadas en el contexto de la gestión integral del riesgo.

Por: Diario Concepción 23 de Febrero 2020
Fotografía: Diario Concepción

Edilia Jaque Castillo
Dra. en Ciencias Ambientales
Departamento de Geografía
Faug
Universidad de Concepción

A diez años del terremoto, cabe una reflexión sobre los principales cambios en nuestra sociedad en el contexto de este megasismo y tsunami:en el paisaje, en la forma de reaccionar frente a estos eventos de la naturaleza, en las capacidades de “resiliencia” de la población y en las vulnerabilidades de la sociedad frente a estas amenazas.

Los primeros días tras el 27/F, un grupo de colegas de la Universidad de Concepción nos enfocamos en un trabajo de campo enriquecedor: hacer un recorrido con una mirada integradora desde la geofísica, la tectónica, los paisajes naturales y habitados de la costa, y las condiciones en que las personas enfrentaron este fenómeno. Lo que en Geografía se denomina “el riesgo de desastres”.

Estuvimos evaluando la vulnerabilidad de los habitantes de la costa desde Constitución hasta Tirúa; la forma de habitar espacios modificados por el hombre y la constatación de cómo esos sitios se tornaron peligrosos para las comunidades. La Villa Las Araucarias en Arauco, por ejemplo, fue muy afectada por el fenómeno de licuefacción. Localizada en el humedal Carampangue, que había sido rellenado en los últimos años, aportamos estudios técnicos que permitieron apoyar procesos de reconstrucción.

La licuefacción ocurrió casi en todas las zonas de humedales que habían sido rellenadas. Relevamos la forma de enfrentarse el evento de la comunidad de Tirúa, donde el tsunami ingresó por el río, devastando todas las construcciones situadas en la ribera norte del río Tirúa. Aquí emerge el conocimiento ancestral de la población para decidir una evacuación colectiva y organizada, que permitió no tener víctimas fatales en esta localidad.

¿Qué hemos aprendido en estos 10 años? ¿Somos menos vulnerables ante estos fenómenos? Siendo un país que habita contextos de amenazas naturales y socionaturales, que en muchas veces se han transformado en desastres, aún no hemos sido capaces de generar políticas públicas que emanen de esta experiencia. Hemos seguido rellenando humedales y construyendo sobre ellos; nuestro sistema educativo no releva la importancia de los riesgos socionaturales en la educación ni primaria ni secundaria, construyendo así una sociedad más vulnerable. Seguimos con una institucionalidad enfocada en la emergencia; existen lugares en nuestra extensa costa golpeada por el terremoto que aún no han sido levantadas, como Putú, al norte de Constitución.

A esto es a lo que denomino las permanencias; tanto de prácticas como de formas de desarrollo que demuestran que como país no hemos sido realmente movidos por esta dinámica natural al nivel de lograr cambios sustantivos.

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