Opinión

De incertidumbre y hechos

Por: Diario Concepción 19 de Febrero 2020
Fotografía: Carolina Echagüe M.

Andrés Cruz Carrasco
Abogado, doctor en Derecho

Cuando las certezas son absolutas, mayores son las probabilidades que devengan en fanatismo. La perplejidad de los hechos nos levanta el velo que nos hemos construido a partir de los prejuicios y nos hace cuestionarnos aquello respecto de lo que estábamos seguros, ya sea por convicción o por imposición, por ignorancia o al haber sido engañados. Los hechos nos hacen poner en duda que es lo que hay que combatir y que es los que debemos aceptar. En tiempos de convulsión, los acontecimientos se leen a partir de diversas teorías, expectativas y relatos que nos confunden, más aún cuando existe una proliferación totalmente descontrolada de noticias falsas, con absurdas conspiraciones que intentan explicar lo que ocurre a costa de la verdad, para reafirmar burdas sospechas y estereotipos.

En un entorno normal los conocimientos y la experiencia son más fiables, ya que la repetición de los hechos permite una anticipación efectiva. En tiempos de constante incertidumbre más vale ser cauteloso al momento de interpretar lo que ocurre, fiándose de encuestas e índices cuyos márgenes de error deben ser ampliados conforme a una ciudadanía más voluble y mucho menos comprometida con sectores políticos tradicionales. Esto hace que nuestro espacio político pueda verse enfrentado a dos posturas radicales: el inmovilismo y un autoritarismo moralista radicalizado y rabioso. Una contienda entre resignados y acomodados contra improductivos e ingenuos indignados.

La voluntad transformadora no puede renunciar a la crítica que tome en consideración las condiciones sobre las que se despliega toda la energía creadora, que es la realidad, contra la romántica e inútil perspectiva que postula construir paraísos que se fundan en mandar al infierno a todos quienes piensan de manera diferente. No podemos sucumbir ante las meras estadísticas, pero tampoco la pura buena voluntad puede ser confundida con una voluntad capaz de llevar a cabo los cambios que nos permitan proyectarnos en el tiempo, que nos incluya a todos sin excepción. Mantenerse al margen de los hechos ha traído como consecuencia una creciente polarización de la vida política, haciendo que toda premisa se construya a partir de ficciones extremistas que siempre tienen un enemigo al frente. Según Hannah Arendt, la objetividad es difícil, pero esto no es una prueba contra la supresión de las líneas de demarcación entre el hecho, la opinión y la interpretación, ni una excusa para manipular los hechos. Para pavimentar nuevos caminos resulta ser esencial la imaginación, pero sin renunciar a la evidencia que nos confieren de los hechos.

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