La Sub 23 de Redín realizó una digna campaña en Colombia, pero sin lograr ni siquiera el paso a la ronda final. Más allá de esos números, ¿qué nombres pueden rescatarse pensando en la selección adulta? Porque no hablamos de niños de 18, estos muchachos ya debieran ser alternativas de verdad.
Los procesos de fútbol formativo no pueden analizarse solo por títulos y números. La Sub 23 de Redín logró 7 puntos de 12 en Colombia y quedó fuera de la ronda final por diferencia de goles. En su arco, solo recibió tantos de Argentina. Suena bien, pero la pregunta es qué nombres sirven pensando en una selección adulta. Hay dos o tres. Y también puestos donde la falta de caras nuevas es preocupante.
Lo mejor del equipo fue la zona defensiva. Tres veces, la retaguardia entregó su arco en cero. El portero es Omar Carabalí, correcto, sobrio y de buenas condiciones, pero nula experiencia como titular de un primer equipo. Recién este año, a los 22, probará suerte en San Luis.
Defensivamente, Nicolás Díaz fue de lo más destacado, sobre todo, en el juego aéreo, aunque comete errores cuando intenta salir jugando. Parece trabajable. Por la izquierda, en tanto, Sebastián Cabrera fue la gran sorpresa. Viene de una buena campaña en Coquimbo y asoma como uno de los más seleccionables. Marca bien, desborda, centra y tiene personalidad.
Al medio, Araos tuvo chispazos, pero ni siquiera se consolidó como titular, lo mismo que Moya, aunque lo suyo pareció ser más un capricho de Redín. Aránguiz es un tipo de buen pie y habrá que ver si su paso por la “U” le da esa confianza que falta. Tomás Alarcón, es quizás el más maduro, otro valor a seguir.
¿Y arriba? Casi nada. Guerra, Morales y Valencia aportaron poquísimo, pero afuera de la lista estaban Mathias Pinto y Carlos Palacios, por ejemplo. Tal vez hay material, pero el técnico tampoco ha sabido elegir. Son días donde no nos sobra nada y, pese a la regla del Sub 21, los jugadores siguen madurando tarde. A esta edad, ya deberíamos tener la base del recambio.