Opinión

El pliego de deseos de los niños

Por: En el Tintero 10 de Diciembre 2019

A la hora de los regalos, los dueños de la situación son los niños, con sus nuevas necesidades, en estrecha relación con el posicionamiento en el mercado de los diferentes productos que el ingenio empresarial ha logrado crear como indispensables para todo niño o niña feliz, quienes, a consecuencia de bien montadas campañas, han levantado en muchos casos sus respectivos y prácticamente innegociables pliegos de peticiones.

La navidad chilena no era así en el siglo pasado, según la historiadora Olaya Sanfuentes, que ha estado trabajando en recrear como era la Navidad del Chile del siglo XIX, describe como, en esos tiempos, todos salían a la calle a dar ofrendas, regalar frutas, ir a misa y bailar hasta el amanecer.

En el fondo, sin embargo, por sobre todo ese jolgorio, especialmente de los más necesitados de alegría, la Navidad era una fiesta profundamente religiosa. No había casa sin pesebre y los fieles acudían a las iglesias a dejar sus ofrendas, que eran por supuesto flores, frutas e imágenes del niño Jesús, precedidas por la Novena: nueve días de oraciones, sacrificios y ofrendas.

Con la llegada del nuevo siglo, la elite dejó las calles para celebrar en la privacidad de su hogar o en los clubes sociales. La Iglesia decidió terminar con tanto carnaval popular, y poner fin al desorden, las borracheras, las riñas, y a tanta indeseable proximidad entre hombres y mujeres.

Imitando a las celebraciones europeas, los hogares empezaron a mostraras los primeros pinos de pascua junto al tradicional pesebre. Los grandes almacenes tentaron a los niños más afortunados con juguetes caros, en campañas de muy elaborado impacto. Se había dado, sutilmente, el puntapié inicial.

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