Opinión

La tierra prometida

La historia está repleta de ejemplos en que discursos incendiarios y libelos sangrientos terminan con miles de víctimas ahorcadas y fracasos absolutos, que tienden a favorecer a minorías privilegiadas.

Por: Diario Concepción 04 de Diciembre 2019
Fotografía: Carolina Echagüe M.

Andrés Cruz Carrasco
Abogado, Doctor en Derecho

La búsqueda de la “Tierra Prometida” no puede conducirnos a defender cualquier acto de barbarie. Solemos asilarnos en un cúmulo de ficciones y mentiras para legitimar la violencia. Al quedarnos sin relato y huérfanos de argumentos, nos negamos a dialogar, por cuanto es mucho más fácil destruir. Convencer requiere de formación y esfuerzo, habiendo individuos que ante una justa protesta social prefieren imponerse a patadas y piedrazos en lugar de llegar a los necesarios acuerdos que nos permitan convivir aceptando al otro.

Ante el derrumbe de las ideologías y las religiones, vamos aferrándonos a cualquier falacia que sirva de sustituto a los relatos, al punto de conferirle legitimidad al trágico atraco nihilista para sentirnos formando parte de los que luchan por un mesiánico fin, aunque la consecuencia sea que, en el fondo, todo quede igual. Pero carecemos de originalidad, y en los escudos que forjamos para darle un halo de memorable a los burdos actos ejecutados por nuestros héroes, usamos para engalanarlos una iconoclasta estética de superhéroes de “Marvel”.

La influencia narrativa de nuestra cultura sometida se hace evidente y esta desesperada búsqueda de un relato que justifique nuestra vacía existencia al vernos transformados en consumidores, individualistas y segregados, incapaces de ver más allá de la información que nos entregan los opinólogos de algún matinal, implica que frente a los abusos de los que somos víctimas, el resentimiento y la rabia ante la carencia de herramientas interpretativas y de ideas, lo descargamos en la banalidad del exabrupto y la furia, sin proponer nada. Indignados, clamamos por la “Tierra Prometida”, que no sabemos en qué consiste ni de que se trata, porque no somos capaces de darle un contenido.

No tenemos idea cómo se proyectará, porque se reniega de todo lo hecho, aduciendo como verdad una fábula vacía, que se funda en aplastarlo todo. La historia está repleta de ejemplos en que discursos incendiarios y libelos sangrientos terminan con miles de víctimas ahorcadas y fracasos absolutos, que tienden a favorecer a minorías privilegiadas que se aprovechan de la ignorancia y candidez de estos desesperados sujetos que buscan un sentido a su existencia y se prestan para quemarlo todo, sin darse cuenta que ellos mismos están atizando las brasas que servirán para prender la hoguera en la que ellos mismos serán martirizados por aquellos que los incitaron para que incineraran todo y a todos los que piensan de manera diferente, distrayéndose de la lucha verdadera por alcanzar cambios reales y viables, en lugar de pujar sólo por más destrucción.

Etiquetas