Opinión

Cultura en Derechos Humanos, un nuevo Chile

El llamado es a reconstruir culturalmente nuestro país desde el afecto, en otras palabras, a re-crear una “nueva normalidad”.

Por: Diario Concepción 22 de Noviembre 2019
Fotografía: Pablo Marinao

Pablo Marinao
Director de Ciudad y Vivienda Identitaria en Fundación Procultura

El Acuerdo por la Paz, y la posibilidad que éste abre para una nueva Constitución, nos plantea una oportunidad única de reconstruir la institucionalidad nacional. Para ello, necesitamos educarnos, conocernos, y sobre todo, levantar espacios de gobernanza territorial que logren transformar este acuerdo en una efectiva manifestación de la voluntad ciudadana. En este sentido, la cultura resulta trascendental para construir un nuevo Chile.

El movimiento social que presenciamos es histórico, y dice relación con problemas estructurales de nuestra sociedad. Las comunidades requieren hoy más que nunca espacios de expresión y encuentro, donde además de plantear las demandas sociales para un Chile más justo, se sientan escuchadas y acompañadas. sólo de esa forma lograremos cambios reales y efectivos, que materializados en una nueva Constitución, se traduzcan en un mejor vivir.

En ese camino constituyente, asegurar el acceso a la cultura nos permite educar individuos críticos, capaces de asombro, y que por ende se desarrollan y conviven de forma sana, acogiendo al otro, creando lazos duraderos en comunidad y por ende generando cambios colectivos.

Es sólo a través de cambios culturales que lograremos construir un país fraterno, donde la mirada en relación al otro sea empática, de forma de poder reconocernos como iguales, pero a la vez distintos, con historias e identidades diversas, que van formando una memoria colectiva rica en diversidad. Valorar ese hecho es sustancial. Es sólo a través de ese cambio de paradigma, que lograremos sentar las bases de una sociedad diferente, donde la propiedad no esté nunca por sobre la dignidad de las personas, y donde seamos capaces de acoger al migrante o las personas que habitan los campamentos y las poblaciones vulneradas de forma horizontal y sin prejuicios, haciéndolos parte de nuestro Chile.

El llamado es a reconstruir culturalmente nuestro país desde el afecto, en otras palabras, a re-crear una “nueva normalidad”, justa y sin pobreza, fundada en la protección y garantía de Derechos Humanos, aplicable tanto en lo cotidiano, como en el funcionamiento de nuestra institucionalidad. Un país efectivamente garante de los Derechos Humanos sólo será posible si entendemos que el cambio constitucional parte primero por una reconstrucción cultural. Desde esa mirada podremos asegurar que la empatía y la comunidad fraterna sean permanentes en el tiempo, además de encauzar de forma certera los procesos constituyentes desde una gobernanza levantada desde el territorio.

La carrera por el nuevo Chile ya inició, al igual que el mismo proceso social constituyente. Para ganarla, la meta debe ser el encuentro, pues sólo a través de él aseguraremos Derechos y Garantías para nuestro pueblo, que dignifiquen la vida de todas y todas.

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