Opinión

De democracia y rebeldes

Por: Diario Concepción 13 de Noviembre 2019
Fotografía: Carolina Echagüe M.

Andrés Cruz Carrasco
Abogado, doctor en Derecho

El rebelde es el que dice no. Este es un “no” activo que propone alternativas. No destruye ni excluye. Es un “no” inclusivo que no humilla al prójimo, sino que lo acepta y dialoga. El “no más” del rebelde es contra la injustica. Es un “no más” que aglutina y convoca, no aquel que golpea y somete. Es un “no más” que supera la rabia y el resentimiento.

Que lucha por crear algo para todos y entre todos. Es el rebelde que defiende las libertades contra los autoritarismos de todo signo y color, imponiéndose en el marco de la institucionalidad política para obligar a quienes simulan respetarla o la ponen a su servicio, para lograr el reconocimiento de los derechos y para hacer efectivos los deberes respecto de todos con equidad. Es un “no más” colectivo, pero férreo defensor de la autonomía individual y radicalmente fiel a su singularidad, que llama a desprenderse de toda tentación por seguir ciegamente a algún “líder” como parte de un rebaño inconsciente. De no reflexionar antes de entregarse a panaceas idealistas repletas de supercherías por mundos mejores, así como también es crítico de anquilosarse ante una supuesta realidad pétrea que no se puede transformar. El “no más” del rebelde no pretende quemarlo todo, pero se niega rotundamente a conformarse. Está dispuesto a marchar de la mano con sus congéneres hacia un mundo distinto, donde se pueda cooperar como ideal y no sólo competir, en el que se pueda ser y no sólo poseer. Es una resistencia comprometida con una actividad constructiva que permita una conversación cívica capaz de conducirnos a cada uno a encontrar su lugar en la comunidad. El rebelde que dice “no más” invita, no obliga, para ir edificando una democracia más exigente y deliberativa. Conjura toda atmósfera de desaliento y abandono, entregándose a una esperanza activa que se niega a ceder ante el fatalismo, por el ejercicio de una voluntad política con contenido.

Según Raffaele Simone, los tres grandes pilares sobre los que se sostiene la democracia son: la institucionalidad democrática (congreso, magistratura, administración, escuelas, fuerzas armadas y de orden, etc.), una mentalidad democrática (una cultura derivada de una sólida formación cívica) y una mitología democrática (que depende de la historia de cada pueblo para aglutinarse en torno a uno u otro grupo político). Cuando estos pilares de socavan, resulta ser indispensable una refundación a través de un símbolo: una nueva constitución. Elaborada de manera legítima: una asamblea constituyente, que permita revestirnos de una institucionalidad, una mentalidad y una mitología que sintamos como nuestra.

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