Opinión

Retomar rutinas en contextos educativos en tiempos de crisis

Por: Diario Concepción 12 de Noviembre 2019
Fotografía: Karen Oliva Jara

Karen Oliva Jara
Psicóloga e Investigadora del Observatorio de Parentalidad (OPA) de la Universidad de Concepción

El regreso a clases en medio de la crisis social es parte de lo que hemos vivido en los últimos 7 días. Sin duda es un retorno distinto, marcado por la flexibilidad horaria, diversas manifestaciones sociales y con el gran desafío de retomar el proceso de enseñanza-aprendizaje en un escenario social complejo, bombardeados de información por las redes sociales y los medios de comunicación que pueden generar sensaciones y emociones negativas que incluso resulten difíciles de identificar.

En estos días se ha divulgado la importancia de explicarle a niños, niñas y adolescentes la situación actual de nuestro país, lo cual releva el rol de adultos y adultas como mediadores/as de la información, con la responsabilidad de generar espacios de contención emocional y escucha activa que permitan el diálogo en el contexto familiar y educacional. Esto permite reconocer uno de los principios rectores de la Convención sobre los Derechos del Niño: el derecho a la participación, es decir, la libertad de expresar su opinión sobre su vida social, económica, cultural y política.

Sin duda, el intento de retomar las rutinas escolares podría ser algo utópico hoy en día. Esto requerirá de prácticas educativas que promuevan discusiones y reflexiones sobre el contexto nacional en las diversas culturas educativas que tienen sus propios rituales, rutinas y espacios, y que tal como lo plantea el Ministerio de Educación, esto se configura a partir de los estilos de relación, presencia o ausencia de afecto en el trato, las maneras de abordar situaciones de sanción, las posibilidades de expresión y la acogida o el rechazo frente a propuestas o inquietudes de la comunidad educativa.

Además, las prácticas educativas no deben olvidar la voz de niños y niñas, no sólo desde la acogida de las diversas expresiones de las emociones que pueden estar experimentando, sino que también sus ideas y propuestas en tanto sujetos activos en su propio aprendizaje que pueden contribuir a la reconstrucción del tejido social, a través de actividades adecuadas a su edad como discusiones guiadas, lectura de cuentos, dibujos, entre otras.

En este sentido, es posible que el retorno a las rutinas en el espacio educativo también requiera mayor inversión de tiempo en el ámbito pedagógico, la adaptación a las normas y los hábitos de estudios. Pero también se debe reforzar la atención de las necesidades emocionales y afectivas, y fomentar interacciones estables y nutritivas en la relación profesor-estudiante, las que a su vez permitan restablecer los espacios de seguridad, constancia y regularidad que habitualmente brindaban las rutinas en los ambientes escolares, los cuales actualmente no se encuentran completamente organizados como antes y que deberán acomodarse muchas veces a las circunstancias e imprevistos que puedan surgir.

Por lo tanto, este retorno a las aulas necesitará además de educadores que sean conscientes de su propio estado emocional y de cómo reaccionan frente al estrés en contextos de crisis para enfrentar efectivamente, en la medida de lo posible, las diversas situaciones que derivan de la crisis social actual.

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