Opinión

Nueva Constitución… ¿Ahora?

Por: Diario Concepción 07 de Noviembre 2019
Fotografía: Paulina Pinchart

Paulina Pinchart U.
Académica UBB

Reconociendo que la democracia es un sistema de gobierno muy imperfecto, sigue siendo el mejor sistema que existe. En Chile existe una democracia representativa, donde los políticos están empoderados a través del voto de la ciudadanía para representarlos.

El problema, que era un secreto a voces, quedó en evidencia durante el desarrollo de esta crisis; La gente ya no cree, no confía en sus representantes políticos sin importar su ideología. Las investigaciones sobre el financiamiento ilegal de la política chilena, allá por el 2015, dejaron en evidencia el comportamiento de los políticos y empresas, pero como sociedad tampoco fuimos capaces de llevar una investigación a fondo que efectivamente pusiera a la luz toda la información y evidencia que existía. Gobierno y oposición de la época se las ingeniaron para que aquello no fuera posible.

Adicionalmente, una de las demandas de la calle es nueva constitución. Que es el marco en el que se mueve el país, que distribuye el poder, señalando los requisitos para acceder a él (para postular a la Cámara, municipio, presidencia) y las atribuciones de quienes ostentan dicho poder.

Se debe reconocer que esta es una demanda que se viene arrastrando desde hace décadas. Pero nunca antes había habido una presión tan amplia, desde la ciudadanía, para estos cambios.

Se debe recordar que tanto el ex presidente Eduardo Frei, en su programa como la ex presidenta Michelle Bachelet durante su segundo gobierno han hecho más que sólo hablar de nueva constitución, por lo tanto, no se partiría de cero.

No se debe tener miedo de una nueva constitución hecha en democracia, donde la mayor diferencia entre una visión y la otra está en la estrategia de cómo llevar a cabo este nuevo pacto social con una nueva mirada de un país.

Esta nueva carta magna se debe hacer por los desprestigiados políticos actuales o debe ser hecha llamando a plebiscito y hecha por el pueblo, por una asamblea, donde cierto o no, para muchos no existe la confianza necesaria de cómo se van a elegir esos representantes y no se conocen las interrogantes a plantear.

La prudencia aconseja que este es un tema que se debe abordar, dejando claro que el cambio de ésta se haga hoy o a mediano plazo, no quita el que se avance desde ya y con mayor rapidez en la actual en la agenda social que no es del todo la agenda social que está proponiendo el actual gobierno.

Pero los cambios más profundos de la agenda social, requieren de un cambio o modificación de la actual Constitución, ya que en la actual, para lograr una modificación siempre lenta, requiere altos quórum en el Congreso que son casi imposibles de alcanzar en la práctica. Donde unas de las camisas de fuerza es el rol del subsidiario del Estado que dificulta o imposibilita avanzar en una agenda social de mediano y largo plazo. Esto implica que el Presidente Piñera llame a un plebiscito para saber si realmente una nueva Constitución es o no una de las demandas prioritarias de la gente y con los pequeños cambios que ha realizado (agenda social y cambio de gabinete) desde que se inició esta crisis, no está claro que esté dispuesto a hacerlo.

Por último, una nueva Constitución por ser la carta fundamental que rige al país es tan relevante e importante que no puede ser hecha sin proceso reflexivo, informado y responsable, aunque tarde más tiempo que el que muchos quisieran y sean mucho más rápido que lo que muchos otros quisieran.

Se debe señalar también que esta demanda no es exclusiva de Chile, sino que recorre a América Latina la necesidad de elaborar nuevas cartas magnas y en la última década se ha abierto el debate en distintos países en torno a le necesidad de que Latinoamérica diseñe, de manera participativa, nuevas constituciones, especialmente en países como Chile, que heredaron estas Cartas de dictaduras cívico-militares.

Recordar también que Chile es uno de los únicos países donde una dictadura pudo extender la vigencia de su Constitución hacia el período post-autoritario, porque la Constitución de 1980 dejó establecidos una serie de mecanismos y amarres que hacen muy difícil su auténtica modificación.

Se han introducido cambios, sí: los obtenidos, tras negociación, el año 1989, después del plebiscito de 1988; los efectuados durante el gobierno de Ricardo Lagos, que si bien eliminaron senadores designados; el rol de garantes de la institucionalidad que se daba a las FF.AA.; la inamovilidad de los comandantes en jefe , las atribuciones del Consejo de Seguridad Nacional, entre otras, era una nueva Constitución sólo en apariencia, pues continuaban vigentes la visión neo-liberal impregna la Constitución del 80, así como mecanismos que hacen muy difícil su cambio, como el quórum exigido para una serie de materias de importancia o el rol del Tribunal Constitucional.

Lo único claro hasta ahora es que más pronto que tarde Chile pide y necesita una nueva Constitución con un Estado más activo y solidario.

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