Opinión

El riesgoso oficio de ser consumidor

Por: En el Tintero 07 de Septiembre 2019

En las técnicas de comercialización, el ciudadano común tiene muchísimo que aprender, la vida cotidiana del comprador doméstico está llena de aprendizajes, resulta altamente recomendable no distraerse. Así como hay sugerencias para muchas cosas, no las hay para este ejercicio; el de la compra rutinaria, de haberlas, se sabría que no siempre el tamaño económico de tres kilos es más barato que comprar los tres envases de un kilo.

Las rebajas propuestas con grandes números, sobre un precio alto que nunca existió, para invitar al eventual comprador a economizar de modo dramático, ante la irresistible diferencia entre el antes, más falso que Judas, y el ahora, con el acuciante escenario de una oferta que se extingue en pocos días.

Igualmente misterioso, es el proceso de progresivo deterioro de la toalla de papel de doble hoja, que hace necesario la compra del nuevo producto de triple hoja, posiblemente similar al antiguo espesor de la doble, antes del proceso involutivo que obliga a hacerla desaparecer, remplazada por esta nueva propuesta, con un precio obviamente más alto, que la publicidad transforma en conveniente y justo.

Nada, salvo la evanescente ética comercial, protege al ciudadano común de estas manipulaciones, no parece haber un equilibrio entre los profesionales en crear estos ingeniosos procedimientos y el sólo e indefenso consumidor, a quien no le queda otra que someterse o tratar de protestar contra una entidad invisible a la cual se le ha otorgado, para efectos prácticos, patente de corso.

Hay organismos que, teóricamente, protegen al consumidor, pero la recomendación aterrizada es que cada uno de nosotros, mientras tanto, sigamos en estado de perpetua alerta.

 

PROCOPIO

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