Opinión

COP25, nuestra verdad incómoda

Me gustaría pensar que los esfuerzos desplegados para esta Cumbre nos asegurarán resultados que respondan a las preocupaciones de las nuevas generaciones.

Por: Diario Concepción 03 de Agosto 2019
Fotografía: Cedida

Roger Sepúlveda Carrasco
Rector Universidad Santo Tomás
Concepción – Los Ángeles.

Hace poco menos de un año, Greta Thunberg – una niña sueca de 15 años – llamó la atención de los medios de comunicación y del mundo sobre los principales problemas y desafíos relativos al cambio climático y al calentamiento global. Primero protestando en su país a las afueras del Parlamento, poco antes de las elecciones generales, y luego liderando un movimiento global de movilización y activismo, Greta ha venido reclamando, en diversos foros internacionales, acciones más concretas y decisivas por parte de gobiernos y partes interesadas en pro del cuidado y protección del medio ambiente.

Hacia fines de este año 2019, Chile tiene el papel de anfitrión de dos grandes eventos de relevancia internacional: uno es la Cumbre Asia Pacífico (Apec) de noviembre y el otro es, justamente, la Cumbre sobre el Cambio Climático del próximo diciembre conocida como COP25.

La posibilidad de realizar actividades de esta magnitud implica, obviamente, un importante costo económico, así como un gran esfuerzo en términos de logística, seguridad y organización. Sin embargo, ambos eventos representan con total seguridad plataformas de inestimable valor que nos confirman como un socio serio y confiable, que adquiere un creciente protagonismo a nivel internacional. Hoy por hoy, se nos invita y se nos escucha.

Chile es responsable apenas del 0,25% de las emisiones globales. No obstante, somos un país vulnerable al cambio climático, pues cumplimos con 7 de las 9 condiciones de vulnerabilidad (zonas costeras bajas, zonas forestales expuestas al deterioro, zonas naturales propensas a desastres como erupciones, tsunamis y terremotos, zonas expuestas a sequía y desertificación, zonas de alta contaminación atmosférica urbana, entre otros), lo que nos sitúa entre las 10 naciones más afectadas por este fenómeno, según el reporte de Índice Global de Riesgo Climático 2017.

A un nivel más profundo, la Cumbre también representa una oportunidad de encuentro y diálogo para avanzar más decididamente en políticas de protección medioambiental con la urgencia que el caso requiere, según nos alerta con apremio la propia comunidad científica.

En nuestro caso, se quiere avanzar en varios frentes tales como la elaboración de la Ley Marco de Cambio Climático, la implementación de la Ley de Gestión de Residuos, la Responsabilidad Extendida del Productor y el Fomento al Reciclaje, la modernización del Sistema de Evaluación Ambiental de Proyectos, la aprobación del Proyecto de Ley que crea el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas, así como la Ley sobre Delitos Ambientales, esta última, iniciativa que busca prevenir y sancionar daños a nuestro patrimonio natural.

Si bien es cierto que la mayor parte de estos problemas no son nuevos ni se arrastran del último o de recientes gobiernos, quizás por ello, me gustaría pensar que los enormes esfuerzos desplegados para esta Cumbre nos asegurarán resultados que respondan a las preocupaciones y deseos de las nuevas generaciones de nuestra patria, tal como Greta y miles de otros jóvenes alrededor del planeta que nos exigen con voz cada día más fuerte y clara soluciones a nosotros, el mundo de los adultos.

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