Opinión

De maldad y libertad

Por: Diario Concepción 17 de Julio 2019
Fotografía: Carolina Echagüe M.

Andrés Cruz Carrasco
Abogado, magíster Filosofía Moral

No se nace irremediablemente ni bueno ni malo. Serían las circunstancias las que nos determinarían, ya que la idea de una maldad por “naturaleza” nos repugna. El riesgo es tratar de concebir el mal como algo casi mecánico, para poder hacer más inteligible el fenómeno, menos perturbador, explicable por una cadena de razones causalmente concatenadas. Pero cuando creemos que hemos descubierto su origen, se nos escapa de entre las manos ya que la entendemos engendrada por factores exógenos al individuo, no pudiendo imputárselo a ninguno.

La banalización del mal le entrega en definitiva la responsabilidad de toda perversidad al “sistema”. El ser humano concreto ya no sería el responsable de un crimen, la maldad estaría situada en una entidad abstracta e impersonal. El ser humano sería considerado como una cosa y sus comportamientos, buenos o malos, devendrían el resultado de mecanismos inconscientes y ciegos. Esto constituiría el triunfo absoluto del alegato del abogado defensor: ¡nadie es malo voluntariamente! El problema es que, así como nos vamos desprendiendo de la idea de la responsabilidad por el mal, también se nos va haciendo difusa y pierde consistencia, por los mismos motivos, la idea del bien. Si la maldad es involuntaria y está determinada por el contexto, lo mismo valdría para la bondad. Se desvanece la idea de la responsabilidad del ser humano y junto con ella, los conceptos del bien y del mal. Algún religioso podría perfectamente afirmar que el demonio habría logrado su objetivo, su metamorfosis sería exitosa y completa. Nadie puede hoy negar la importancia que tienen el entorno social, afectivo y la herencia genética en el comportamiento de un sujeto.

Sin embargo, la situación no puede considerarse como absolutamente determinante de la decisión de un ser humano. No podemos tolerar que se justifique sobre esta base a los asesinos, violadores y torturadores. Que los criminales devengan las víctimas de su propia historia. Más aún, respecto de quienes hacen del sufrimiento ajeno un medio para alcanzar sus objetivos. Para Luc Ferry: “Toda situación puede, es verdad, determinar. Pero, por si sola, no es rigurosamente determinante”.

Siempre hay disidentes que resisten y no se doblegan ante los autoritarismos. Habrá entonces que asumir que hay un misterio del bien y del mal para que estos términos constitutivos de la idea misma de la moralidad puedan tener algún sentido. El ser humano es el único ser de la naturaleza que puede obrar conforme a ella u oponerse a su crueldad natural, pudiendo trascender a sus instintos como consecuencia de otro misterio: el de la libertad.

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