Opinión

De dignidad humana e historia

Por: Diario Concepción 29 de Mayo 2019
Fotografía: Carolina Echagüe M.

Andrés Cruz Carrasco
Abogado, magíster Filosofía Moral

La dignidad es la libertad que se tiene de elegir lo que cada uno desee dentro de ciertos límites que no afecten la convivencia social y los derechos que tienen en el mismo sentido los otros. En la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, se reconoce expresamente: Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”. Lo mismo se hace en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, de diciembre de 1966, que en su preámbulo expresa: “Considerando que, conforme a los principios enunciados en la Carta de las Naciones Unidas, la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad inherente a todos los miembros de la familia humana y de sus derechos iguales e inalienables, reconociendo que estos derechos se derivan de la dignidad inherente a la persona humana”. Luego de las atrocidades cometidas contra los seres humanos en el contexto de la II Guerra Mundial, esta dignidad se incorporó como una de las condiciones esenciales a partir de las cuáles debe construirse toda la plataforma jurídica que busca proteger los derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana. De lo dicho, se desprenden varias consecuencias de carácter mediatas que se relacionan con la personalidad, con la igualdad, con la integridad corporal, con la muerte digna, con el derecho a vivir en un espacio digno, etc. También se derivan consecuencias inmediatas relacionadas con evitar la degradación del ser humano (como la servidumbre, la tortura, la mendicidad, el acoso) o las discriminaciones de todo género y orientación.

La dignidad implica que el sujeto debe saber quién es, para autodeterminarse y recorrer su propio camino, sin que la autoridad o una elite pueda entrenarlo para que sirva de mero recurso humano que pueda favorecer la rentabilidad y el crecimiento económico en beneficio de uno pocos privilegiados. Carente de toda capacidad para generar una crítica seria o para reflexionar, poco se diferencia de un animal de granja. Aunque es bastante más fácil manipular y administrar a un autómata, amansándolo desde niño con contenidos curriculares para hacerlo competente para “servir”. Mejor que se olviden de su dignidad, hacer de su vida una mera superstición, que se mantengan sumidos en el oscurantismo con un par de datos inútiles, pero sin tener la capacidad para comprender que es un acontecimiento histórico. Que se endeuden en la modernas y atractivas pulperías, pero que no piense. Eso es peligroso.

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