Con tanto acontecer, nos hemos olvidado del alunizaje de la nave espacial china y la liberación de Yutu, Conejo de Jade. A pocas horas de haberse posado la nave Chang E3, las seis ruedas del Yutu, amarradas durante el viaje, se soltaron mediante pequeños explosivos, se cortó el cable de conexión con la nave, se desplegaron dos estrechas rampas y por ellas rodó el vehículo hasta el suelo lunar.
El robot llevaba cuatro instrumentos científicos, incluido un radar para estudiar el subsuelo, y las cámaras tomarían imágenes en 3D de alta resolución, trasmitidas por video a la Tierra. Estaba diseñado para funcionar durante tres meses, con energía proporcionada por paneles solares, aunque tenía también un generador termoeléctrico de radioisótopos para alimentar sus instrumentos y mantener la temperatura de los equipos.
No se ha sabido mucho más, pero, entonces, en su minuto de fama, Ouyang Ziyuan, investigador chino del departamento de exploración lunar y del espacio profundo, fue entrevistado por el editor de ciencia de la BBC, muy ufano, aseguró que la explotación de la Luna puede ser invaluable para la humanidad, que al ser tan rica en helio-3, un posible combustible para la fusión nuclear, “podría resolver la demanda energética humana por alrededor de al menos 10.000 años, además de la existencia de minerales raros, titanio, uranio, etc., que podrían ser usados sin limitaciones”.
En realidad, es una amenaza estremecedora, ya tenemos suficiente evidencia de lo que estamos haciendo con nuestro noble planeta Tierra, ir por los recursos de nuestro único satélite, podría quitarnos mucho más que las noches de luna llena.
PROCOPIO