Opinión

El elefante encadenado

Por: Diario Concepción 22 de Marzo 2019

“Cuando niña, me encantaban los circos y por sobre todo, los animales adiestrados, siendo el elefante quien más llamaba mi atención… Durante la función, la enorme bestia manifestaba su gran tamaño, peso y fuerza descomunal, pero después, y hasta antes de volver a escena, era retenido tan solo por una cadena que sujetaba una de sus patas a una pequeña estaca anclada al suelo; sin embargo, la estaca era solo un pequeño trozo de madera enterrado apenas unos centímetros a la tierra, y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal, capaz de arrancar un árbol de raíz con su gran fuerza, podría, fácilmente desclavar la estaca y huir.

El misterio es evidente: ¿Qué lo retiene? ¿Por qué no huye? Con 5 o 6 años buscaba la sabiduría de los adultos, pregunté entonces a algún maestro, algún padre, algún tío, por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no escapaba porque estaba amaestrado, hice entonces otra pregunta obvia: -Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo me olvide del misterio del elefante y la estaca… y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta.

Con los años descubrí a alguien lo bastante sabio como para encontrar la respuesta: El elefante no escapa porque ha sido atado a la estaca desde muy, muy pequeño… Cerré los ojos imaginando al pequeño recién nacido sujeto a la estaca, estoy seguro que en aquel momento el elefantito empujó, tiró, sudó, tratando de soltarse, pero a pesar de su esfuerzo, no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él, juraría que se durmió agotado, y que al día siguiente volvió a intentar, y también al otro y al siguiente… Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia resignándose a su destino”

Cuantos seres humanos, se dan por vencidos ante algo que no funcionó, que aun esforzándose mucho no pudieron concretar, alcanzar sus sueños… Pasa el tiempo, ya tienen más experiencia, más conocimiento, pero no se atreven a intentarlo nuevamente, a otros, ni siquiera se les ocurre volverlo a intentar… Así, pasan los años generando en ellos ese gran vacío interior, el pesar de no haberlo intentado una vez más…

Debemos esforzarnos a diario, sin descanso, sin trabas, no debemos acostumbrarnos a nuestros temores, nuestras limitaciones, sino al contrario, tener la convicción de que si trabajamos día a día en ello, lograremos superarlos y vencer.

Alejandro Oliva Alarcón
Comentario al extracto de conferencia de Delia Stenberg
Directora Organización Internacional Nueva Acrópolis

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