Opinión

La educación cooptada

Por: Diario Concepción 07 de Febrero 2019
Fotografía: Diario Concepción.

Danny Gonzalo Monsálvez Araneda
@MonsalvezAraned

El campo educativo es muy importante, allí se juegan muchas cosas desde el punto de vista cultural, en la construcción de sentido, de visión de sociedad y del tipo de ciudadano que se quiere, por ello, no da lo mismo quien o quienes estén en la conducción o dirección del área educativa del país.

Por ello, decir que un Ministerio o Seremi de Educación es más bien un ente “técnico” o meramente administrativo, que sólo busca gestionar de buena y eficiente manera los recursos de su sector, carece de todo sentido, argumento o simplemente quiere omitir la carga política, ideológica y simbólica que hay detrás de aquella responsabilidad, así como de las intenciones (discursos y el lenguaje), medidas y proyectos que impulsen o promuevan. En ese sentido, el terreno educativo no es neutro o ambiguo, todo lo contrario, está condicionado culturalmente por una visión de Estado, sociedad, persona.

Es indudable que todo gobierno tiene un margen de maniobra (oficial y extraoficialmente) para ubicar a su gente de confianza en algunas áreas claves de la administración estatal; es más, de una u otra forma, el Estado se convierte, lamentablemente, en un espacio para pagar favores políticos, donde más que la “calidad”, “méritos” o la “excelencia” (de lo cual tanto gusta hablar a las actuales autoridades educativas) impera el “cuoteo” político, “amiguismo” o bien aquellas relaciones de poder, en la cual se impone el dominio o control que ejerce algún dirigente o parlamentario al interior de su sector o región.

Uno de aquellos casos lo constituye el campo educativo, el cual ha sido controlado por un determinado sector político e ideológico. Allí está el gremialismo y sus cuadros jóvenes, allí situamos a los elegidos de la UDI para hacerse en la conducción de la educación en Chile, allí han sido ubicadas aquellas personas de confianza de su presidenta, allí están quienes han pasado por la Fundación Jaime Guzmán, allí están quien han sido alumnos o discípulos de Gonzalo Rojas Sánchez, allí están los Opus Dei y los sectores más conservadores de un catolicismo en crisis, allí están los últimos vástagos de la dictadura y el pinochetismo, allí están quienes inventaron y dijeron cuanta barbaridad se podía para denostar la gratuidad, y resulta que en un par de meses terminaron, electoralmente, apoyándola; allí están los que promovieron la municipalización de la educación, la denigración de los profesores y su precarización laboral; allí están quienes nunca han creído en la educación pública, más bien han intentado reducirla a lo más mínimo, allí están los politizados e ideológicos que se escudan en un discurso técnico, pero que son uno de los sectores más politizados e ideológicos del país.

En consecuencia, ahí están quienes el día de hoy promueven una iniciativa denominada “Admisión justa” y para justificar esta “política pública” han buscado con pinzas y lupa aquellos casos que han tenido problemas con el sistema, para presentarlos con gran estruendo, como una generalidad o problema mayor.

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