Opinión

La debilidad de estar divididos

Por: Diario Concepción 09 de Diciembre 2018

No sería la primera vez que a un jefe se le escapa un secretario que resulta más astuto que el hambre y termina por dejarlo en el olvido. Le sucedió, en ejemplo para la historia, a Diego Velásquez, gobernador de Cuba, que en 1518, le encomendó una expedición a su secretario, Hernán Cortés. En los meses siguientes a su partida, Hernán, todavía no Don, desobedeciendo las órdenes, convirtió lo que debía ser una misión exploratoria, en una empresa de conquista de proporciones legendarias, que le permitió en poco tiempo hacerse con el dominio de un imperio poblado por más de 15 millones de personas.

En 1519 Cortés y su gente arribaron a la costa mexicana, donde se impusieron con rapidez a los hostiles indígenas de la zona. Como parte del botín de guerra se recibieron veinte jóvenes indias, entre ellas una princesa que sería conocida como Malinche, una doncella que dominaba varias lenguas indígenas y que aprendió velozmente castellano, con su enamorado profesor, Cortés, habilidad que sirvió mucho al conquistador, mediante diplomacia de alto nivel que se basaba en favorecer a los más adictos y trabajar con astucia en profundizar las divisiones entre los distintos pueblos nativos, y especialmente el odio existente entre muchas poblaciones contra los aztecas y su política de imperialismo y terror.

Mediante esa técnica, más vieja que el hilo negro, inventado posiblemente después que los romanos habían utilizado, con innegables ventajas, su política de divide et impera, un puñado de españoles lograron a derrotar a ejércitos de varias decenas de miles de pueblos nativos.

Es muy curioso, que esa antigua maniobra sea todavía ampliamente efectiva, que haya exitosos candidatos que se salen con la suya, haciendo que sus rivales pisen este antiquísimo palito.

Procopio

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