Opinión

Empatitis

Por: Diario Concepción 23 de Noviembre 2018
Fotografía: Diario Concepción

Lo que hace un tiempo era una especie de deporte nacional, en los últimos meses se transformó en una grave enfermedad. Hoy toda discusión política termina en un empate, no por la contundencia de los argumentos, sino que justamente al revés.

Pareciera que no importa llegar a un acuerdo de cual es la mejor propuesta, sino que es mejor empatar, aunque eso sea demostrar incapacidad de razonamiento.

Piñera inauguró la temporada primaveral con la celebración patética del triunfo del NO donde podían verse caras con sonrisas dibujadas y muecas dolidas. Pero, para que la izquierda no tenga la bandera, crean un acto de empate para decirle a la gente cuan comprometidos con los DD.HH. estaban quienes estaban comprometidos con la dictadura, sus actos atroces y sus grandes beneficios económicos, saqueo de empresas y reparto de bienes.

Para que mencionar los fraudes en las fuerzas armadas y de orden, que cuentan con silencio cómplice de muchos personeros de la derecha, un clásico del empate, y que con dolor aceptan que se despida a oficiales de “distinguida trayectoria “(amigos personales algunos) sin antes pronunciar los saqueos que en otra época hicieron tales o cuales o el enorme gasto público del anterior gobierno.

Se remató el mes con Boric y su visita a Palma, avisando a detractores de que no tienen altura moral ya que visitaron a Pinochet en Londres. Y la guindita de la torta, la lastimosa pelea Moreira-Ossandón, ambos senadores convencidos de elevados dotes intelectuales, lanzándose el clásico “raspado de la olla” contra la tarjeta de superpoderes “la defensa a Karadima”.

La última semana el asunto llegó a niveles pobrísimos, porque ante la muerte de un ser humano se empató con las numerosas muertes acontecidas durante los gobiernos de oposición, y ante los ataques incendiarios que afectan bienes de personas que nada tienen que ver en los conflictos, se lista el largo número de ataques durante siglos de conflicto mapuche. Ni siquiera en el momento de su renuncia Mayol deja la empatitis, y las culpas propias las justifica con la clásica persecución y mezquindad política de la oposición y lo remata con el cómo se encontraba la región cuando él asumió.

Y mientras empataban y empataban no lograron percatarse de que en varias instituciones, de esas necesarias para mantener el estado sano y fuerte, los frescos y pillos se sentían libres de hacer las de Kiko y caco y no solo las desvalijaron sino que arrasaron con su prestigio e imagen pública. Porque la fiscalización también ha sido un empate.

Estamos parados en ese umbral maravilloso: el desarrollo- incluyendo el bienestar económico- pero donde claramente hay muchos ámbitos que debemos solucionar antes de llegar realmente a serlo.

Si no encontramos urgente una cura a la vulgar empatitis, quedaremos condenados a seguir mordiéndonos la cola por siglos.

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