Opinión

El sutil talento para el cambalache

Por: Procopio 17 de Noviembre 2018

Hay que confesar que algunas expresiones en latín se prestan para confusión, o parecen juegos de trabalenguas, de los primeros res non verba, que no significa que las vacas no hablan, sino hechos y no palabras, del otro tipo el muy útil y altamente utilizado método del Quid pro quo, frase que se traduce como “algo a cambio de algo” o “una cosa por la otra” y su pronunciación sería “cuid pro cuo”.

En latín, el uso original de quid pro quo hacía referencia a una equivocación: cambiar una cosa por la otra, entender una cosa por otra, un error gramatical de gente no muy letrada confundiendo el qué con el dónde.

Como en la actualidad estamos más cargados a las cosas prácticas, la expresión sirve para establecer un intercambio de cosas, o de favores, o de información o cualquier cosa que sea transable, pasando, pasando, para casos de extrema prisa. Se le puede encontrar en los ámbitos de la economía, la política, el comercio o, incluso, en nuestra vida cotidiana.

Se presta, por supuesto, para uso delincuencial, en casos de acoso sexual, donde a una persona se la chantajea para obtener un empleo, mejoras de salario, el ascenso a un cargo o cualquier otro tipo de beneficio en el ámbito laboral, a cambio de favores sexuales.

En otro ámbito, en territorio de maniobras, es una herramienta insustituible de la política, donde ese ejercicio sale tan natural como respirar, el que no lo maneja bien es preferible que se busque otras maneras de ganarse la vida.

En la vida cotidiana, se produce casi sin querer, respeto mutuo, cariño, cuidado, preocupación amabilidad, hoy por ti, mañana por mí. Algunos le llaman a este principio civilización, como la sabiduría de los proverbios da a entender; una mano lava la otra y las dos, lavan la cara.

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