Opinión

Mensaje a los que tienen de todo

Por: Procopio 20 de Octubre 2018

Uno de los peligros más señalados de vivir en estado de perpetuo jolgorio, con todas las necesidades fundamentales satisfechas y las superfluas también, es que el exceso de todo produce una sensación de hastío, las referencias de la conducta se pierden  y se recurre a llenar la vida con caprichos, con entretenimientos más bien rebuscados o retorcidos, salvo que haya un cable a tierra.

Lo anterior  puede parecer una exageración, pero hay testimonios cercanos. Para no molestar a nadie se puede recurrir a la historia, como la del emperador romano Heliogábalo. Una vez asesinado Caracalla, se puso en su lugar a este adolescente, el jovencito dio prontas muestras de perversidad, en apretada síntesis, un historiador de la época declara: “deshonró al trono con sus desmesurados vicios, como la lujuria, la infamia, la glotonería, el orgullo y la fiereza”, descripción que en realidad se queda pálida frente al talento para el mal de ese despreciable sujeto. Se le atribuye la dudosa invención de aromatizar el vino con poleo y piña, este último todavía en amplio uso por sus pares etarios del tercer milenio.

Como sus caprichos no se detenían allí, los fondos del imperio sufrieron un rápido deterioro y consecuentemente, le empezaron a perder el cariño. La misma abuela que se había encargado de complotar para ponerlo en el trono, Julia Mesa, se dio cuenta que su nietecito estaba poniendo en peligro el poder de la familia y lo mandó a matar por la guardia pretoriana, poniendo en su lugar a otro nieto, más cuerdo.

Sin llegar a tanto, es posible que el hecho de tener todo sea una amenaza para la cordura, que se pierda la ruta, a menos que se tenga amigos y familiares con la inteligencia suficiente  como para invitar a poner los pies sobre la tierra.

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