Opinión

Carlos Dittborn Pinto

Por: Diario Concepción 03 de Junio 2018
Fotografía: Diario Concepción

Carlos Dittborn Pinto nació en Brasil, en la ciudad de Río de Janeiro, el 16 de abril de 1921. Era hijo de Eugenio Dittborn, que ocupaba el cargo de cónsul general de Chile en Brasil, y de Luz Pinto, dama de la alta aristocracia chilena emparentada por el lado de los Pinto con el presidente Aníbal Pinto Garmendia y con el héroe de la Batalla de la Concepción, en la Guerra del Pacífico, Ignacio Carrera Pinto y a través de él, con el prócer José Miguel Carrera.

Además, se puede destacar que la hermana de Aníbal Pinto, Enriqueta Pinto fue esposa del Presidente Manual Bulnes Prieto, y Aníbal Pinto Garmendia 1estaba casado con la princesita del sur, Delfina de la Cruz, hija del general penquista José María de la Cruz Prieto, primo del presidente Manuel Bulnes Prieto y sobrino del presidente Juan Prieto Vial, por lo que la emparentaba con la flor y nata de todos los caudillos de la independencia chilena, lo que hacía de Carlos Dittborn un hombre de sangre real chilena.

Carlos Dittborn llegó a Chile a los 4 años, e ingresó a estudiar al Colegio Los Sagrados Corazones, y posteriormente hizo lo propio en la Universidad Católica, donde se recibió de Bachiller en Filosofía, Historia y Letras el año de 1938. Luego, viajó a Estados Unidos a especializarse en economía. Estuvo casado con Juana Alicia Barros Orrego, con quien tuvo 7 hijos.

En su regreso al país, pasa a ser socio del Club deportivo Universidad Católica, club del cual fue su tesorero y presidente. Fue elegido en 1955 como presidente de la Asociación Central de Fútbol de Chile, cargo que administró hasta 1957, para pasar a presidir el comité organizador de la Copa Mundial de Fútbol de 1962, en compañía de su amigo y gran dirigente deportivo, Juan Pinto Durán.

Su frase “porque no tenemos nada, queremos hacerlo todo” conmocionó a los dirigentes asistentes al congreso de la Fifa en Lisboa, que designaron a Chile como sede del Mundial de 1962.Esto fue una sorpresa, que un país, abandonado en lo más austral del cono sur de América, fuera sede del torneo más importante del fútbol.

Chile, en el año 1960, contaba con no más de 7.000.000 de habitantes, tan sólo el Estadio Nacional como sede adecuada y había que construir más estadios. El ingreso medio por persona del país no pasaba de US$2.000 por habitante y se venía saliendo del terremoto de 1960, el más grave que haya sufrido la nación: 9,5 grados que destruyó todo el sur.

Pese a todo, se construyó el estadio Ester Roa de Concepción, que no se ocupa como sede del mundial, el Carlos Dittborn de Arica y se remodelaron el Sausalito de Viña del Mar y el estadio El Teniente de Rancagua, que correspondió a las cuatro sedes en el que se desarrolló el Mundial: Arica, Rancagua, Santiago y Viña del Mar.

El Mundial organizado por Carlos Dittborn y Juan Pinto Durán, puso a Chile en la noticia a nivel planetario, y permitió desarrollar en Chile el comienzo de la televisión. Además, el tercer lugar logrado en el Mundial es un logro que hasta ahora no se ha igualado. Como punto final de este pequeño párrafo sobre las calles de mi ciudad, es lamentable ya que el organizador y motor de todo, Carlos Dittborn, el hombre que soñó el mundial, no logró ver terminado su trabajo: murió de una pancreatitis aguda el 30 de mayo de 1962. Y 10 días después, el 9 de junio, nació su último hijo Tomás.

Hoy, el estadio de Arica, una principal avenida de Santiago, que conduce al Estadio Nacional y una calle de Pedro de Valdivia Bajo de Concepción, recuerdan con su nombre al chileno que con cariño y mucho trabajo permitió que Chile organizara un mundial.

Alejandro Mihovilovich Gratz
Profesor de Historia y Geografía
Investigador del Archivo Histórico de Concepción

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