Opinión

Hay que aprender a tener respeto

Por: Procopio 24 de Marzo 2018

Levantaron un muro de tres metros de altura, frente a Villa Ukkika, en la Región de Magallanes, donde reside la comunidad yagán, un pueblo canoero con siete mil años de presencia en la zona. La fotografía del lugar muestra un mensaje dolido; “Yaganes: sin vista al mar, ni tierra ni nada”.

La construcción es parte de una obra vial del Ministerio de Obras Públicas para el mejoramiento y pavimentación del borde costero de la ciudad de Puerto Williams. Ante el reclamo de la comunidad, un alto funcionario de esa secretaría respondió simple y llanamente que la obra ya estaba ejecutada y no se podía demoler, ante la insistencia mandó a algún subalterno para ver modo de mitigar el asunto, sin moverse de su escritorio.

Salió gente al camino,  Cristina Calderón, autora del libro  “Memorias de mi abuela yagana” (2017), residente de Villa Ukkika, es una de las víctimas de la situación,  la última hablante nativa del idioma yagán, declarada “Tesoro humano vivo” por el Ministerio de Cultura en 2009 e Hija Ilustre de la región, dura contendora de una burocracia sorda e irrespetuosa.

“Ahora pienso en mi abuela…me imagino confundida, triste y con rabia”. Cristina, tiene ahora 90 años, se siente hundida  junto a su gente con un muro frente a su casa, sin ver el mar. Afortunadamente, después de movilizaciones masivas y ocupación del sitio, el Gobierno se da por aludido, el nuevo gobernador comenta; “es como si a los rapanui se les impidiera  ver a los moai”. La altura del muro se rebajará de acuerdo con la comunidad, como debió haber sido desde el principio.

El mensaje de este incidente es cristalino, a veces se hacen cosas faltando el respeto, yaganes o vecinos, puede ser que se olvida que conversando se entiende la gente, no siempre, pero por ahí se empieza.

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