No es ninguna novedad describir al hombre como animal gregario, sino por convencimiento, por necesidad. Si fuéramos poderosos y autosuficientes, nos podríamos dar el lujo de olímpica soledad, pero como por lo general no es así, es mejor andar en patota, como se puede apreciar en cualquier zoológico decente, donde haya un cierto número de monos, a los cuales se les observa en activísima actividad social, al haber descubierto, hace millones años, que solos durarían muy poco, en una selva llena de posibilidades de ser transformados en insumo.
Sin faltar el respeto a nadie, nuestra especie, motivada además por su fantástica capacidad de elaborar nuevas realidades, se agrupa de los más diversos modos, con una riqueza tal que deja un amplísimo lugar para la sorpresa. Con diferentes definiciones, como puede ser la creación de espacios culturales, una denominación afortunada para poner en uno solo saco todos los modos que tenemos de dedicarnos, acompañados, a diferentes cosas.
Aquí mismo, en la Perla del Bío- Bío, hay de todo, muchos de estos espacios con toda suerte de actividades relacionadas con literatura, ilustración, música, cine, arte, manufactura, deporte, vida sana, temas sociales, y lo que sea dable imaginar, cada cual con su tribu, entornos en los cuales se genera conversación y conocimiento en ambientes amistosos, formando una red de apoyo para impulsar sus iniciativas, pacíficamente, teniendo cada uno la fiesta en paz.
Para la mayoría de los ciudadanos están las galerías de arte y escenarios de obras teatrales y musicales, pero mucho más que eso existe una amplia escena de lugares donde la cultura, en el amplio sentido de la palabra, se vive de manera colectiva. Hay espacios para todos, es cuestión de salir a buscar.
PROCOPIO