Que no se diga que la prensa no se preocupa de la debida seriedad de sus escritos, bien a propósito de una de las tradiciones más longevas y al mismo tiempo más vulneradas de cada año: el listado de propósitos de cosas que se harán en el nuevo año, como consecuencia de arrepentimientos y reflexiones de un año que se termina con la sensación que las cosas pudieron haber marchado mejor.
Esta vez es posible añadir evidencia seria a una fundada sospecha relativa al cumplimiento de propósitos que hacemos para mejorar nuestras vidas. De acuerdo con un estudio realizado hace unos años por el psicólogo Richard Wiseman, solo el 12% de las personas consigue lo que se propone cada vez que el calendario señala el inicio de un nuevo año.
Wiseman, un apellido bastante ad hoc, también llegó a la conclusión de que los hombres tienen más éxito cuando se unen a otros con un mismo objetivo o cuando se centran en la recompensa que supondrá su objetivo. Sin embargo, las mujeres lo tienen más fácil a la hora de alcanzar sus objetivos cuando hablan de ellos con amigas y familiares.
Como contribución a los amables lectores se acompaña un listado de promesas con elevado índice de ruptura; Dejar de fumar. Hacer más deporte. Adelgazar 5 kilos. Leer más libros. Beber menos alcohol. Ser más felices. Dejar el trabajo que odias. Ser menos egoísta. Gastar menos dinero en cosas que no necesito. Ser más disciplinado para las cosas que me propongo. No envidiar lo que tiene mi vecino. Ser un mejor ejemplo para los hijos. Sonreír más y quejarse menos. Ser un poco más optimista. Vivir una vida más sana y cuidarse. Ser más tolerante y paciente. Seguir un curso de algo diferente al mundo de siempre.
Feliz Año Nuevo.
PROCOPIO